ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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156 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
71. Séneca, passim<br />
Morimos cada día (cotidie morimur); cada día, en efecto, se<br />
nos arrebata una parte de la vida [Epist. 24,20; cf. ICor 15,31].<br />
La muerte no encierra molestia alguna... Vendrá nuevamente el<br />
día que nos devolverá la luz... Observa el giro de las cosas<br />
volviendo sobre sí mismas [ib. 36,9.<strong>10</strong>.11].<br />
Con satisfacción me he enterado por aquellos que vienen de<br />
donde estás tú que vives familiarmente con tus esclavos... «Son<br />
esclavos». Pero también son hombres. «Son esclavos». Pero<br />
también comparten tu casa. «Son esclavos». Pero también humildes<br />
amigos. «Son esclavos». Pero también compañeros de esclavitud,<br />
si consideras que la fortuna tiene los mismos derechos<br />
sobre ellos que sobre nosotros, [ib. 47,1].<br />
Vive con el inferior del modo como quieres que el superior viva<br />
contigo [ib. 47,11; cf. Mt 7,12].<br />
Has de vivir para el prójimo, si quieres vivir para ti [ib. 48,2].<br />
¡Cuántos golpes reciben los atletas en el rostro, cuántos en todo<br />
el cuerpo! Pero soportan toda clase de tormentos por el afán<br />
de la gloria... También nosotros superemos todo obstáculo; la<br />
recompensa que nos aguarda no es la corona, ni la palma...<br />
sino la virtud, la firmeza del alma y la paz conseguida para el<br />
futuro... [ib. 78,16; ICor 9,24-25]<br />
Nadie, a no ser el sabio, sabe corresponder al favor, como<br />
tampoco nadie, sino el sabio, sabe prestar un beneficio, precisamente<br />
el que se goza más en darlo que otro en recibirlo [ib.<br />
81,<strong>10</strong>; cf. Hch 20,35].<br />
La recompensa de la acción virtuosa es haberla realizado [ib.<br />
81,19].<br />
La humanidad (humanitas) prohibe ser altanero, ser áspero con<br />
los compañeros; en palabras hechos y sentimientos se brinda<br />
afable y servicial para con todos; ningún mal lo considera ajeno,<br />
y su bien lo estima en sumo grado por cuanto podrá proporcionar<br />
un bien a otro. [ib. 88,30; cf. ICor 13,4-7].<br />
Si queremos ser jueces justos de cualquier hecho, persuadámonos<br />
de que, en primer lugar, nadie de nosotros está sin culpa (neminem<br />
nostrum esse sine culpa)... ¿Quién es el que se confiesa<br />
inocente ante todas las leyes? Supongamos que sea así: ¡Cuan<br />
ruin inocencia es la de ser bueno ante la ley, ¡qué estrecha ha<br />
EL HUMUS GRECORROMANO 157<br />
de ser la inocencia! ¡Cuánto más se extiende la norma del deber<br />
que la del derecho! Cuántas cosas exige la piedad, la humanidad,<br />
la generosidad, la justicia, la lealtad, cosas todas que están fuera<br />
de las leyes oficiales. [De ira 2,28,1.2 21 ].<br />
Algo posterior a Séneca es Musonio Rufo (entre el año 30<br />
y finales del siglo I), que regía una escuela griega en Roma.<br />
Su filosofía es esencialmente de carácter práctico, encaminada<br />
a la vida. Sus temas característicos son: la exaltación del «ejercicio»<br />
o áoxnoic, de la virtud (cf. Diatr. 6-7), la concepción<br />
del hombre como imagen de Dios (j¿ífin[ia d-sov: ib. 17), la<br />
afirmación de la igualdad entre hombre y mujer desde un punto<br />
de vista filosófico (cf. ib. 3-4: «Las mujeres reciben de los<br />
dioses el mismo logos que los hombres»), la presentación del<br />
matrimonio como ov/ufiícooig (ib. 13), las relaciones padreshijos<br />
(cf. ib. 15-16; en 15 se recoge la prohibición del aborto),<br />
la moderación en el comer, en el vestir, en el mobiliario, en<br />
el corte de pelo (cf. respectivamente ib. 18; 19; 20; 21). Nos<br />
interesa en particular un pasaje sobre el perdón, que espontáneamente<br />
uno compara con textos neotestamentarios como<br />
Mt 5,38-42; ICor 6,7; Rm 12,21.<br />
72. Musonio Rufo, Diatr. <strong>10</strong><br />
... Mirar cómo devolver el mordisco a quien ha mordido y el<br />
mal al que ha hecho mal, es propio de una bestia, no de un<br />
hombre; no se comprende que los hombres cometen la mayor<br />
parte de los errores por nesciencia e ignorancia, mientras que<br />
cuando se dan cuenta de ello no los vuelven a cometer. Aceptar<br />
las ofensas (id óéxeo§ai rag á^iagríag) sin aspereza y no<br />
ser implacables con cuantos obran mal, antes ser para ellos<br />
motivo de esperanza, es propio de una índole plácida y cordial.<br />
Es mucho mejor que el filósofo se muestre con una actitud tal<br />
que considere digno de indulgencia (ovyyvíó^ng á^iovv) a<br />
quien le ha ofendido, mientras que defenderse acudiendo a<br />
encausarlo y querellarse con él, es, en realidad, rebajarse a una<br />
21. ^Traducción de C. Cordoñer, en: SÉNECA, Diálogos, Madrid 1986,<br />
p. 117.