ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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24 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
institución del sanedrín, asamblea suprema del judaismo (cf.<br />
JtJ, pp. 92 y 239 ss.).<br />
Las condiciones sociales y económicas eran diversas. En la<br />
diáspora, los hebreos se beneficiaban de los privilegios que les<br />
había concedido J. César (que nos trasmite Fl. Jos. en Ant.<br />
14,185-216) y gozaban de la isopolüeía (cf. ib. 12,119-124).<br />
Escritores griegos y latinos, así como inscripciones sepulcrales<br />
(también las de las catacumbas hebreas de Roma) atestiguan<br />
sus diversos oficios y una organización comunitaria rígida, aunque,<br />
obviamente, privada de la clase sacerdotal (excepción hecha<br />
de Leontópolis en Egipto, cuyo templo cismático será destruido<br />
el año 73 d.C); se contaban entre ellos mendigos (cf. Marcial,<br />
Epigr. 12,57,13; Juvenal, Sat. 6,546s), pero también comerciantes<br />
(cf. Hch 18,2s) y, por lo que parece, usureros (cf. infra:<br />
n° 120).<br />
En la madre patria, aparte de la clase culta, laica o sacerdotal,<br />
de Jerusalén y de los grandes terratenientes de Galilea, las<br />
condiciones eran por lo general modestas. Las actividades más<br />
comunes eran las relacionadas con la agricultura (cereales, vid,<br />
olivo, higos), la artesanía y el pequeño comercio; en menor<br />
cuantía: la ganadería (de pastoreo) y la pesca (lago de<br />
Genesaret). Bajo el procurador Tiberio Alejandro (= años 46-<br />
48) sobrevino en Judea «la gran carestía» (Fl. Jos., Ant. 20,<strong>10</strong>1:<br />
el uso del artículo determinado nos advierte que fue notoria;<br />
cf. Hch 11,28). La mendicidad y la picaresca estaban a la orden<br />
del día (sobre esta última, cf. Fl. Jos., Ant. 17,285; sobre los<br />
«pobres» en general, cf. JtJ, pp. 129-138; sobre la condición<br />
de la mujer, ib., pp. 381-387). Amén del fielato y del peaje<br />
(cf. Mt 9,9; Me 2,15s; Le 19,2; MiSnah Bab, Kam. <strong>10</strong>,1), la<br />
población se veía gravada con otros muchos impuestos: a los<br />
de Herodes el Grande (cf. Fl. Jos., Ant. 17, 308), se sumaron<br />
las exacciones romanas, recogidas por los publícanos o recaudadores<br />
de impuestos (cargo típicamente romano: cf. Suetonio,<br />
Aug. 24; Cal. 40, y se mostraba por ello como signo evidente<br />
y molesto de dominación extranjera) 4 , tales que en el año 17<br />
4 Sobre el juicio sin escrúpulos de la tradición rabímea acerca de los<br />
«publícanos», cf JtJ, pp 316 y 322, y E Budian, Pubhcans and Sinners Prívate<br />
Enterprise m the Service of the Román Repubhc With a Cntieal Bibhography,<br />
Ithaca NY - London 2 1983<br />
EL HUMUS JUDAICO 25<br />
d.C. «las provincias de Siria y Judea imploraban la reducción<br />
del tributo» (Tácito, Ann. 2,42,5).<br />
En el ámbito político-religioso, el judaismo palestino estaba<br />
subdividido en tres corrientes principales (fariseos, saduceos,<br />
esenios), a las que Flavio Josefo añade una cuarta (los sicarios:<br />
cf. Bell. 7,253-254) con juicios de tinte marcadamente negativo.<br />
Reproducimos aquí los fragmentos más significativos del historiador<br />
hebreo, no sin antes recordar que nuestras fuentes de<br />
información actuales van mucho más allá de sus noticias (sobre<br />
los esenios, cf. los manuscritos de Qumrán y también Filón de<br />
AL, Omn. prob. lib. 75-91; sobre los fariseos, cf. la literatura<br />
rabínica) 5 .<br />
2. Los «partidos» judíos antes del año 70 (Fl. Jos., Ant. 13,172;<br />
18,11-23)"<br />
(13,172) Los fariseos decían que algunas cosas, no todas, se<br />
deben al destino (eífia.Q[iévr¡), otras depende de nuestra voluntad<br />
que se cumplan o no. Los esenios afirmaban que todo se debe<br />
al destino y que los hombres nada pueden hacer que escape al<br />
destino. En cuanto a los saduceos suprimían el destino, diciendo<br />
que no es nada y que no interviene para nada en los asuntos<br />
humanos, sino que todo está sometido a nuestro arbitrio; de<br />
modo que somos autores tanto de los bienes como de los males<br />
que nos acontecen por imprudencia nuestra.<br />
(18,11) Tres eran las filosofías que tenían los judíos heredadas<br />
de sus padres y desde muy antiguo: la de los esenios, la de los<br />
5. En general, cf M Simón, Les sedes juives au temps de Jesús, PUF,<br />
París, 1960 En particular sobre los fariseos, cf J Bowker, Jesús and the<br />
Phansees, Cambridge 1973, R Meyer, art Phansaíos, GLNT XIV 857-921,<br />
sobre los saduceos, cf J Le Moyne, Les Sadduceens, París 1972, R Meyer,<br />
art Saddoukatos, GLNT XI 1<strong>10</strong>7-1148, sobre los esenios, cf A Penna, / Figh<br />
delta luce, Fossano 1971, sobre los zelotas y los sicarios, cf G Jossa, Gesu e<br />
i movimenti di liberazione in Palestina, Brescia 1980, pp 21-94, sobre los<br />
samantanos, cf F Dexinger, Limits of Tolerance in Judaism The Samantan<br />
Example, ín Jewish and Chnstian Self-Definition, II, eds E P Sanders - A I<br />
Baumgarten - A Mendelson, London 1981, pp 88-114 + 327-338<br />
6 *Cf Antigüedades II, p 336, III, pp 226-227.