ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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322 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
textual y de la incertidumbre de la identificación, sigue siendo<br />
problemático el hecho de que el susodicho detalle narrativo<br />
fuese conocido y discutido tan pronto en un ámbito, por añadidura,<br />
no cristiano, dado que el «Thallos» en cuestión no sería<br />
cristiano. La propia asociación de la «oscuridad» con la muerte<br />
de Jesús podría deberse a Julio Africano; por aquellos años<br />
hubo un eclipse de sol en Palestina (cf. la noticia dada por el<br />
el escritor Flegón, liberto de Adriano, y referida por Orígenes,<br />
C. Cels. 2,33). Si se confirmase la identidad descrita de este<br />
autor, nos encontraríamos ante el más antiguo testimonio no<br />
cristiano (y por ende de extraordinario valor) sobre Jesús, o<br />
al menos sobre el relato de su muerte 21 . Hay motivos, sin<br />
embargo, para permanecer escépticos.<br />
C. LITERATURA GRECOLATINA<br />
Al mundo de la alta literatura grecolatina del siglo I le pasa<br />
desapercibido por completo el fenómeno del cristianismo<br />
naciente. Éste no revestía importancia suficiente para llamar<br />
su atención, ni tampoco lo pretendía. Por otra parte, no es el<br />
único fenómeno histórico (máxime tratándose de un movimiento<br />
más ideal que político) por el que se tome interés sólo en un<br />
segundo momento, es decir, cuando ya ha adquirido cierta<br />
consistencia; es algo común a todos los grandes movimientos<br />
religiosos y culturales de la antigüedad, tanto de la oriental<br />
(piénsese por ejemplo en el zoroastrismo o en el budismo),<br />
como de la mediterránea (en ejemplos tan dispares como la<br />
filosofía estoica o la religión de los cultos mistéricos); en todos<br />
ellos, los testimonios literarios son posteriores (a veces muy<br />
posteriores) a sus orígenes 22 .<br />
Por lo que atañe al movimiento cristiano, mencionemos de<br />
pasada dos testimonios que intentan tender un puente entre el<br />
21. Cf. M. Goguel, La vie de Jésus, Paris 1932, pp. 70-72. Véase la nota<br />
de crítica textual en: Josephus, Jewish Antiquities, The Loeb Classical Library,<br />
IX, 1965, p. <strong>10</strong>7 f.<br />
22. Cf. el muy útil estudio de P. Carrara, / pagani di fronte al cristianesimo.<br />
Testimonianza dei secoli 1 e II, BP 2, Firenze 1984.<br />
TESTIMONIOS DIRECTOS 323<br />
cristianismo naciente y la política y cultura contemporáneas a<br />
sus primeros pasos. El primero es el que ofrece Tertuliano<br />
(Apologeticum 5,2; de finales del siglo II) sobre un Senatus<br />
consultum del año 35 mediante el cual el senado romano habría<br />
rechazado la propuesta del emperador Tiberio de añadir a Jesús<br />
como nuevo dios en el panteón romano; habría declarado, pues,<br />
a la nueva secta como superstitio illicita. Por lo general se<br />
considera carente de fundamento 23 . La segunda es el intercambio<br />
epistolar entre Pablo y Séneca, dos grandes personajes contemporáneos<br />
que apuntan rasgos de pensamiento comunes (cf.<br />
supra: n"' 69-71 y n° 115). En realidad tal intercambio (catorce<br />
cartas breves: ocho de Séneca a Pablo y seis de Pablo a Séneca),<br />
es apócrifo y hay que atribuírselo a un farsante no anterior al<br />
siglo IV 24 .<br />
Así pues, antes del siglo II, ningún autor latino o griego<br />
nos da noticias de conocer el cristianismo. Las cosas cambian<br />
considerablemente en el siglo II, en el que hallamos testimonios<br />
de nueve autores paganos distintos, bien sobre Jesús, bien sobre<br />
los cristianos. Dos de ellos pertenecen además a obras historiográficas<br />
(los de Tácito y Suetonio), que nos remiten al siglo<br />
precedente.<br />
a) El texto más antiguo en el que se habla de Cristo y de<br />
los cristianos se lo debemos a Cayo Plinio Segundo, llamado<br />
Plinio el Joven (que vivió entre los años 61 y 113). Este autor<br />
fue enviado por Trajano como gobernador de Bitinia (en la<br />
actual Turquía noroccidental), cuyas principales ciudades eran<br />
Nicomedia, Nicea y Prusa; ocupó el cargo probablemente<br />
durante los años 111-113, y a este período se remonta un amplio<br />
intercambio espistolar con el propio emperador. Veamos los<br />
dos textos que nos interesan.<br />
23. Cf. A. Penna, II «Senatoconsulto» del 35 d.C. e la prima lettera di<br />
Pietro, en San Pietro. Atti della XIX Settimana Bíblica, Brescia 1967, pp. 337-<br />
366; ver asimismo L. Mazzolanni Storoni, Tiberio o la spirale del potere, Milano<br />
1981, pp. 268-274.<br />
24. Cf. el texto traducido (al italiano) en M. Erbetta, Gh Apocrifi del N. T.,<br />
III, Torino 1969, pp. 85-92; y el estudio de J.M. Sevenster, Paul and Séneca,<br />
SNT 4, Leiden 1961.