ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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272 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
y que se me dediquen bosques sagrados de acuerdo con la<br />
costumbre egipcia: por ello también os lo permito. Y si queréis<br />
levantad también las estatuas ecuestres de Vitrasio mi procurador<br />
(émxgojtog). En cuanto (45) a la erección de las cuadrigas<br />
que queréis colocarme en las entradas de vuestro país, os lo<br />
autorizo, una en el lugar llamado Taposiri de Libia, otra en<br />
Faros de Alejandría, la tercera en Pelusion de Egipto. En cambio,<br />
declino (jtagexov/nE = jcagaíXEOfxai) el que se me instituya<br />
un sacerdote y se me construyan templos, porque no quiero<br />
resultar arrogante a los hombres de mi época (50) y porque<br />
juzgo que los templos (xa lega) y las cosas de esa índole se<br />
han reservado exclusivamente a los dioses (póvoiq role,<br />
üeolg é^égera) en todo tiempo.<br />
En cuanto a las peticiones (jtegl de rmv alrn^iárcov) cuya<br />
concesión pretendisteis recibir de mí, decido de esta manera. A<br />
todos los que han sido registrados como efebos hasta mi principado<br />
(f]YEixovdaq) les garantizo y les conservo (55) la<br />
ciudadanía (jiohieíav) alejandrina con todos los privilegios<br />
y los beneficios de ésta, con la excepción de los nacidos de<br />
esclavos que se os hayan introducido subrepticiamente en el<br />
número de efebos; y quiero también que todos los beneficios<br />
que os fueron concedidos (éxagío&n) por los emperadores anteriores<br />
a mí, por los reyes y prefectos (éjiágxwv), se os confirmen<br />
tal como el dios Augusto los confirmó. (60) En cuanto a los<br />
supervisores (veoxógoi) del templo de Alejanría dedicado al<br />
dios Augusto, quiero que se nombren por sorteo (xXngoxovg),<br />
conforme se nombran también por sorteo (xXngovvxai) los<br />
del templo de Canopo consagrado al mismo dios Augusto. En<br />
cuanto a que las magistraturas (ágxcú) de la ciudad tengan una<br />
duración trienal, me parece que está muy bien decidido, pues<br />
los magistrados (ágxovxEq) por temor de rendir cuentas de<br />
sus malos actos de gobierno, (65) se comportarán con vosotros<br />
con más moderación durante el período de su mando. En cuanto<br />
al Consejo (fJovXíj), cuál fuese la costumbre vuestra con los<br />
reyes antiguos, no puedo decirla, pero que no lo tuvisteis durante<br />
el reinado de los emperadores que me antecedieron, lo sabéis<br />
claramente. Proponiéndose, pues, por primera vez ahora una<br />
innovación que queda en lo incierto si (70) será conveniente<br />
para la ciudad y para mis intereses, he escrito a Emilio Recto<br />
PARANGÓN LITERARIO 273<br />
[= prefecto de Egipto en el año 41] para que la examine y me<br />
informe si debe instituirse esa magistratura y la manera en que<br />
se instituirá, si es que debe componerse (ovváyeiv).<br />
En cuanto a quiénes fueron responsables de los disturbios y<br />
motín, o mejor dicho, si debe decirse la verdad, de la guerra<br />
contra los judíos (jigóg 'Iovóaíovg) aunque (75) en la confrontación<br />
fueron muchas las razones enérgicamente aducidas<br />
por vuestros embajadores y en especial por Dionisio, hijo de<br />
Cleón, sin embargo, no quiero investigarlo a fondo, a pesar de<br />
que conserve una indignación inmutable (ógyfjv ajiExa¡jLÉXr¡xov)<br />
contra quienes iniciaron de nuevo el conflicto. Os prevengo<br />
simplemente que, si no cesa esa hostilidad (80) mutua, perniciosa<br />
y obstinada, me veré obligado a mostrar cómo es un príncipe<br />
benigno (cpiXáv&gonog) cuando monta en justa indignación<br />
(ele, ógyfjv óixaíav). Por eso conjuro (óiajiagxvgojiE) de<br />
nuevo a los alejandrinos a que se comporten con mansedumbre<br />
y amabilidad (jigaécoq xal q>iXav§gÓ7tojg) con los judíos,<br />
residentes desde hace mucho tiempo en la misma ciudad (xfjv<br />
aíxfjv JIÓXEIV); (85) y a que no profanen ningún acto del<br />
culto acostumbrado de su dios, y les permitan regirse por las<br />
mismas normas que en tiempos del dios Augusto, las cuales<br />
también he confirmado yo, tras haber oído a unos y a otros.<br />
A los judíos, por su parte, les ordeno sin ambages (XEXEVCOL)<br />
que no traten de obtener más ventajas de las que antaño (90)<br />
tuvieron; que en adelante no me envíen —algo que jamás sucedió<br />
antes— dos embajadas como si residieran en dos ciudades (cñojieg<br />
év óvoel TtóXeoELV xaxoixovvxag); y que no se introduzcan<br />
en las competiciones presididas por los gymnasiarchoi y los<br />
kosmetai [no teniendo derecho a ello]; ya que recogen el fruto<br />
de lo que les es propio y gozan, (95) en una ciudad que no es<br />
suya (év áXXoxgia JIÓXEÍ), de abundantes bienes; que no<br />
traigan ni admitan a judíos que vengan de Siria o de Egipto,<br />
lo que nos obligaría a abrigar mayores sospechas. Si no lo hacen<br />
así, los perseguiré por todos los medios posibles, como si (<strong>10</strong>0)<br />
suscitaran una plaga común a todo el mundo (xcc&ájTEQ xoivfjv<br />
XEtva xfjg olxovjiÉvrjg vóoov é&yEÍgovxag). Si, desistiendo<br />
de esta conducta unos y otros, os avenís a vivir con<br />
mansedumbre y amabilidad mutua (icgóg áXXrjXovg), yo por<br />
mi parte consagraré a la ciudad la mayor atención (jrgóvoiav),