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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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26 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

saduceos y, en tercer lugar, la que practicaban los llamados<br />

fariseos [en otros lugares, y para facilitar la comprensión de<br />

los lectores greco-romanos, Josefo parangona estos movimientos<br />

a algunas filosofías griegas: los fariseos a los estoicos (Vita 12),<br />

los esenios a los pitagóricos (Ant. 15,371); en cuanto a los<br />

saduceos, serían de algún modo semejantes a los epicúreos (cf.<br />

M. Ber. 9,5)]. Sobre ellas ya se ha hablado ocasionalmente en<br />

el libro segundo de «La guerra judía» [cf. Bell. 2,119-166, donde<br />

sólo a los esenios dedica los parágrafos 119-161], pero, no<br />

obstante, volveré a mencionarlas brevemente. (12) Los fariseos<br />

viven parcamente, sin acceder en nada a los placeres. Se atienen<br />

como regla a las prescripciones que la razón ha transmitido<br />

como buenas, esforzándose en practicarlas. Honran a los de<br />

más edad, ajenos a aquella arrogancia que contradice lo que<br />

ellos introdujeron. (13) A pesar de que enseñan que todo se<br />

realiza por la fatalidad, sin embargo no privan a la voluntad<br />

del hombre del impulso propio. Creen que Dios ha templado<br />

(= se complace en la unión = XQ&OIV, de) (13) las decisiones<br />

de la fatalidad con la voluntad del hombre, para que éste se<br />

incline por la virtud o por el vicio. (14) Creen también que al<br />

alma le pertenece un poder inmortal y que bajo tierra [= concesión<br />

a la mentalidad griega popular; en Bell. 3,374-375 distingue en<br />

cambio entre el cielo y el tenebroso Hades] tendrá premios o<br />

castigos, según se haya consagrado a la virtud o al vicio; en<br />

cuanto a los que practiquen lo último, eternamente estarán encerrados<br />

en una cárcel; pero los primeros gozarán de la facultad<br />

de volver a una nueva vida. (15) A causa de todo esto disfrutan<br />

de tanta autoridad (jiiftaváratoi) ante el pueblo que todo lo<br />

perteneciente a la religión, súplicas y sacrificios, se lleva a cabo<br />

según su interpretación (é^nyñoei). Las ciudades dan fe de su<br />

superioridad, pues ponen en práctica sus grandes ideales, tanto<br />

por la vida que llevan como por sus doctrinas.<br />

(16) Los saduceos enseñan que el alma perece con el cuerpo;<br />

y se limitan a la observancia de la ley [escrita; cf. 13,297]. A<br />

su juicio es una virtud discutir con los maestros sobre la sabiduría<br />

que persiguen. (17) Su doctrina sólo es seguida por un pequeño<br />

número, aunque son los primeros en dignidad. No realizan acto<br />

especial ninguno; si alguna vez llegan a la magistratura, contra<br />

su voluntad y por necesidad, se atienen a las opiniones de los<br />

EL HUMUS JUDAICO 27<br />

fariseos, ya que el pueblo no toleraría otra cosa [cf. TB Yom.<br />

19b: «Hijo mío, aunque somos saduceos, nosotros tememos a<br />

los fariseos»].<br />

(18) Los esenios consideran que todo debe dejarse en las manos<br />

de Dios. Enseñan que las almas son inmortales y estiman que<br />

se debe luchar para obtener los frutos de la justicia. (19) Envían<br />

ofrendas al Templo, pero no hacen sacrificios, pues practican<br />

otros medios de purificación [como en Qumrán]. Por este motivo<br />

se alejan del recinto sagrado, para hacer aparte sus sacrificios<br />

(écp''aít&v d-voíaq émeXovoiv). Por otra parte son hombres<br />

muy virtuosos y se entregan por completo a la agricultura. (20)...<br />

Los bienes entre ellos son comunes, de tal manera que los ricos<br />

no disfrutan de sus propiedades más que los que no poseen<br />

nada. Hay más de cuatro mil hombres que viven así. (21) No<br />

se casan, ni tienen esclavos, pues creen que lo último es inicuo,<br />

y lo primero conduce a la discordia [en Bell. 2,160s se hace<br />

referencia a otro grupo de esenios que considera importante el<br />

matrimonio sólo para la propagación de la especie humana];<br />

viven en común y se ayudan mutuamente (óiaxovía xr¡ éjt'<br />

áXlñXoiq). (22)...<br />

(23) Además de estas tres sectas, el galileo Judas introdujo una<br />

cuarta [cf. la descripción más abajo: n° 6].<br />

Los zelotas sólo aparecen en escena más tarde (a comienzos<br />

de la guerra judía: Bell. 2,444; 4,160-161), bien se trate de un<br />

movimiento distinto al de los sicarios (que Bell. 2,254 hace<br />

remontar al tiempo del procurador A. Félix en los años 50,<br />

mientras que Bell. 7,253-254 lo sitúa ya en la época de Judas<br />

el Galileo, en el 6 d.C.: quizá para indicar la nueva denominación<br />

de un mismo grupo, cuyos secuaces siempre son calificados por<br />

Flavio Josefo de «bandidos», Xrjoraí), bien que ellos mismos<br />

acabaran por darse ese nombre (cf. Bell. 7,268-270), bien de<br />

ambas cosas a la vez (probablemente el apelativo del apóstol<br />

Simón, «el Zelota», en Le 6,15 es índice de un momento histórico<br />

en el que el nombre indicaba simplemente una espiritualidad<br />

de celo por la ley y no todavía un verdadero partido; cf. Bell.<br />

7, 270). Por otra parte, la clase intelectual de los escribas,<br />

expertos en la interpretación de la Torah, en el siglo I iba<br />

adquiriendo progresivo prestigio (cf. JtJ, pp. 361-378). Junto a

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