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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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330 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

expresión supplicio afectus, aunque no comporta necesariamente<br />

la pena de la crucifixión, alude a una condena a muerte ejecutada<br />

con instrumentos de tortura. Este es el testimonio pagano<br />

antiguo más completo sobre la figura de Jesús 27 .<br />

c) En las Vidas de los doce Césares de C. Suetonio Tranquilo<br />

(69-140 ca.) hay un texto merecidamente célebre, aunque de<br />

no evidente interpretación. Suetonio no tomó parte activa en<br />

la vida política. Durante cierto periodo fue secretario (= ab<br />

epistulis) del emperador Adriano (hacia el 119-122). Su historiografía<br />

no es severa y razonada como la de Tácito, pero sí<br />

documentada. El De vita Caesarum fue publicado en torno al<br />

121.<br />

150. Suetonio, Claudius 25 28<br />

[Claudio] Expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos<br />

continuamente a instigación de Cresto (Iudaeos impulsore<br />

Chresto assidue tumultuantis Roma expulit).<br />

Esta breve noticia plantea al menos tres problemas: quién<br />

era «Chresto»; qué alcance tuvo el decreto de Claudio; y cuándo<br />

lo promulgó:<br />

Primero: la identificación de Cresto con Cristo puede ponerse<br />

en duda por el propio nombre (atestiguado en el siglo I incluso<br />

en campo pagano: cf. Marcial, Epigr. 7,55,1), y por el hecho<br />

mismo de que para Suetonio ese Cresto parece un subversivo<br />

que está vivo y es contemporáneo a los hechos. No obstante:<br />

el «Cresto» de Suetonio no es un pagano, sino, en todo caso,<br />

un hebreo, dado que el tumulto afecta tan sólo a la comunidad<br />

judía; ahora bien, aparte de que en los epitafios de las catacumbas<br />

hebreas de Roma no aparece nunca semejante nombre,<br />

27. Sobre el conjunto, cf. J. Beaujeu, L'incendie de Rome en 64 et les<br />

Chrétiens, Latomus 19(1960) 65-80, 291-311; A. Giovannini, Tacite, ¡"incendium<br />

Neronis' et les chrétiens, RevEt Aug 30(1984) 3-23.<br />

28. *Según la versión de M. Requejo Prieto, en: SUETONIO, Vida de los<br />

doce Césares, Madrid 1992, I, p.<strong>10</strong>2.<br />

TESTIMONIOS DIRECTOS 331<br />

no consta noticia alguna de expulsión de judíos de Roma<br />

acaecida por motivos políticos de sublevación antirromana (la<br />

expulsión del 139 a.C. tuvo motivos religiosos: cf. Valerio<br />

Máximo, Fací, ac dict. memorab. 1,3,3; y la del 19 d.C. fue<br />

motivada por un escándalo: cf. Fl. Jos., Ant. 18, 81-84; Tácito,<br />

Ann. 2,85; Suetonio, Tib. 36; Dión Casio 57,18); por otra parte,<br />

es conocida la legislación romana en su favor, formulada tanto<br />

por J. César (cf. Fl. Jos., Ant. 14,185-216) como por Augusto<br />

(cf. Filón de Al., Leg. ad C. 154-158). El motivo del tumulto,<br />

por tanto, fue con total probabilidad de naturaleza religiosa, y<br />

parece necesario admitir la opinión corriente según la cual<br />

Suetonio nos da en este pasaje una noticia sobre Jesucristo,<br />

que había llegado a ser «signo de contradicción», es decir,<br />

motivo de polémica en el ámbito del judaismo romano. Y esto<br />

queda confirmado bien por razones lingüísticas (intercambio<br />

entre christianus y chrestianus: cf. supra a propósito de Tácito),<br />

bien por lógica conclusión histórica, pues, si tras el incendio<br />

del año 64 la acusación irá dirigida sólo contra los cristianos<br />

sin inmiscuir en ella a los judíos, eso indica que, a la sazón,<br />

se distinguía netamente a unos de otros, distinción que precisó<br />

varios años de mutuo distanciamiento. De modo que es del<br />

todo lógico que, en el momento del tumulto judío causado por<br />

disputas sobre la fe en Jesucristo, los cristianos de Roma fueran<br />

confundidos sin más con los «judíos» de la ciudad; no en balde<br />

sus orígenes eran judíos y entre ellos se reclutaban sus primeros<br />

adeptos (tal y como demuestra la propia praxis apostólica de<br />

Pablo, quien comenzaba su predicación en las sinagogas que<br />

había en las distintas ciudades; cf. tambiém Rm 1,16b; 9,24);<br />

probablemente también el matrimonio hebreo de Aquila y<br />

Priscila, expulsados precisamente de Roma y a los que se<br />

encuentra Pablo en Corinto, eran ya cristianos (cf. Hch<br />

18,2.18.26; Rm 16,3; ICor 16,19). Y si a Suetonio Cresto-Cristo<br />

le parecía un personaje vivo, se debe a un malentedido explicable<br />

por su ignorancia del movimiento cristiano.<br />

Segundo: el alcance del decreto de Claudio. En los Hechos<br />

de los apóstoles leemos que había «decretado Claudio que todos<br />

los judíos saliensen de Roma» 18,2). Con total verosimilitud<br />

esta noticia es acrítica y encierra una exageración popular. Es<br />

preciso tener en cuenta las restantes fuentes históriográficas.

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