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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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258 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

Más próximo a Lucas y casi contemporáneo suyo es Plinio<br />

el Joven, quien, escribiendo a un amigo sobre otro, atestigua<br />

las mismas normas de composición: «Pero donde más te va a<br />

agradar es en la historia, por su concisión, su claridad, su fluidez<br />

y su esplendor, así como por su sublime estilo narrativo (brevitate<br />

vel luce vel suavitate vel splendore etiam et sublimitate narrandí).<br />

De hecho, en los discursos (puestos en boca de sus personajes)<br />

encontrarás el mismo talento que en los suyos (in contionibus<br />

idem qui in orationibus suis esi), pero más concisión si cabe,<br />

más brevedad y concentración» (Epist. 1,16,4).<br />

La obra lucana en el NT acoge en parte estas reglas. Donde<br />

más se aparta de ellas es a nivel de contenido. Ni Dionisio ni<br />

Luciano tienen en mente una historiografía religiosa. Ciertamente<br />

Lucas no se ve obligado a adular a nadie, pero tampoco<br />

puede permanecer «extranjero en sus propios libros» (Luciano,<br />

text. cit., § 41).<br />

Un interesante caso de historiografía apologética nos lo<br />

ofrece Flavio Josefo cuando polemiza contra el modo preferentemente<br />

estético de escribir la historia que tienen los griegos.<br />

Según él, éstos, por agradar a unos o por denigrar a otros no<br />

se preocupan de la «exactitud histórica» (tó áxgi¡3ég xfjq<br />

íoxoQÍag: Bell. 1,2, a propósito del relato de la guerra judía),<br />

y por eso se propone «exponer los hechos con precisión» (wer'<br />

áxQL^eg rñg íotogíaq: ib. 1,9; cf. Le 1,3), de suerte que<br />

se salvaguarde aquella «verdad histórica» {tó tñg íotogíag<br />

álnfiég) que los griegos pasan por alto (cf ib. 1,16). Su intención<br />

es sustancialmente la de defender el honor de su pueblo, dando<br />

a conocer la historia; puesto que la nación judía es escasamente<br />

mencionada entre los historiadores griegos (cf. C. Ap. 1,5), él<br />

se pregunta los motivos:<br />

114. La historiografía apologética de Fl. Jos. (C. Ap. l,23-27) 16<br />

[Después de decir que «para los griegos todo es reciente y, por<br />

así decir, de ayer o anteayer», de modo que no son fiables<br />

16. *Cf. nota 57 del cap. 1 de la Primera Parte.<br />

PARANGÓN LITERARIO 259<br />

sobre la antigüedad: 1,7; y que por ese motivo es absurdo<br />

seguir considerando a los griegos como los únicos en conocer<br />

la antigüedad y en reproducir con precisión la verdad sobre la<br />

misma: 1,15; prosigue:]<br />

(23) Así, pues, la ausencia, como base de la historia, de toda<br />

clase de anales anteriores, adecuados para informar a los hombres<br />

deseosos de instruirse y para confundir el error, es lo que explica<br />

las numerosas divergencias de los historiadores. (24) En segundo<br />

lugar, hay que añadir a esa una causa importante. Los que han<br />

emprendido la tarea de escribir no se han dedicado en absoluto<br />

a buscar la verdad, pese a la profesión de tal cosa que se repite<br />

frecuentemente en su pluma, sino que han hecho una manifestación<br />

de su talento de escritor (kóywv dvvafj.iv); (25) y si,<br />

por un medio cualquiera, pensaban poder superar en ello la<br />

reputación de los otros, se plegaban a dicho medio: unos a la<br />

mitología, otros, por mero afán de agradar, a encomiar ciudades<br />

o monarcas; otros, aún, a denunciar hechos o a escritores,<br />

pensando con ello granjearse alabanzas. (26) En cualquier caso,<br />

lo que llevan a cabo es justamente lo contarlo a una obra histórica<br />

(TÓ Jiávtwv évavnétatov íotogía). En efecto, la prueba<br />

de la exposición histórica veraz se halla cuando todos dicen o<br />

escriben las mismas cosas sobre los mismos acontecimientos:<br />

pero escribiendo de modo diverso, ellos pensaban ser los más<br />

veraces. (27) Así pues, por elocuencia y gallardía literaria debemos<br />

ceder el paso a los historiadores griegos, mas no por lo<br />

que hace relación al verismo de la historia antigua (tf¡g jtegl<br />

TCÜV ág%aí(ov áXnftovg íorogíag), sobremanera en lo que<br />

atañe a las vicisitudes de cada nación concreta.<br />

A pesar de esta polémica declaración de intenciones, Josefo<br />

cede, conscientemente a veces, a las formas de la historiografía<br />

helena (cf. Bell. 1,15: el historiador debe imprimir su propia<br />

impronta a la narración). Y esto queda de manifiesto en algunas<br />

constataciones: en primer lugar, acerca de noticias concretas<br />

descubrimos ciertas contradicciones entre Bell, y Ant.; el Bellum<br />

Iudaicum está claramente marcado por la intención de cargar<br />

toda la responsabilidad de los hechos sobre la facción judía de<br />

los «bandidos» (XnotaC) o sicarios (otxágioi), excusando,<br />

por contra, a los romanos, o al menos alabando la benevolencia

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