ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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246 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
1<strong>10</strong>. Luciano, Daemon. passim 8<br />
(I) ... No iba a carecer por completo nuestra época de hombres<br />
dignos de mención y recuerdo, sino que habría de ofrecer un<br />
notable ejemplo de perfección física y un filósofo de alto nivel<br />
intelectual ... (2) Acerca de Demonacte procede hablar ahora<br />
por dos razones: para que él permanezca en el recuerdo de los<br />
hombres cultos en lo que de mí depende, y para que los jóvenes<br />
mejor dotados que se entregan a la filosofía no tengan sólo los<br />
ejemplos del pasado para orientarse, sino que puedan tomar<br />
también un modelo de nuestro tiempo e imitar a aquel hombre<br />
como el mejor de los filósofos que yo he conocido. (3) ... movido<br />
por su natural inclinación hacia las cosas nobles y su amor<br />
innato a la filosofía desde la niñez, despreció todos los bienes<br />
humanos y, entregándose por entero a la libertad y ala sinceridad,<br />
vivió una existencia recta, sana e irreprochable, ofreciendo a<br />
cuantos le vieron y oyeron ejemplo de buen juicio...<br />
(6) ... quienes le trataron ... experimentaban toda suerte de gozos<br />
y se hacían notablemente mejores, más alegres y optimistas ante<br />
el futuro que cuando llegaron. (7) Jamás lo conocieron gritando,<br />
sobreexcitado o irritándose, incluso cuando debía reprender a<br />
alguien, sino que reprimía los pecados y perdonaba a los pecadores<br />
(TWV ftev áfiagtnfiátwv xadijnteto, tole, dé áftagxávovoi<br />
ovveyívojoxEv), estimando justo tomar ejemplo de<br />
los médicos, que curan las enfermedades sin mostrar cólera<br />
contra los enfermos. Consideraba que es humano pecar, y divino<br />
o de un hombre semejante a un dios enderezar los yerros<br />
{¿¡yeito yág áv&gúnov [iév eivaí tó áfiagtávsiv, fieov<br />
dé fj ávógóg looftéov tá 7Ztaio§évta éjtavog&ovv)...<br />
(II) ... nunca lo vieron hacer sacrificios y ... era el único entre<br />
todos que no se había iniciado en los misterios de Eleusis ...<br />
(64) Al final, cuando ya era muy anciano, penetraba en cualquier<br />
casa sin ser invitado y comía y dormía en ella, mientras sus<br />
habitantes consideraban el hecho como la aparición de un dios<br />
(fteov tiva émcpáveíav), y que algún buen espíritu había<br />
penetrado en su casa ...<br />
8. *Versión castellana de A. Espionosa Alarcón, en: LUCIANO, Obras, I,<br />
Madrid 1988, pp. 131-145.<br />
PARANGÓN LITERARIO 247<br />
(67) ... Los atenienses, lo enterraron con solemnes honores y<br />
veneraban (ngooxvvovv) el banco de piedra donde solía sentarse<br />
cuando estaba cansado, lo coronaban en su honor, considerando<br />
sagrada incluso la piedra sobre la que se sentaba ... Éstos son<br />
unos pocos entre los muchos recuerdos que poseo (ájte/uvnfióvevoa),<br />
pero ellos bastan para dar a mis lectores una idea<br />
del tipo de hombre que era aquél.<br />
Como se ve, estamos ante un esbozo de veneración religiosa<br />
del filófsofo tras su muerte. En referencia a los evangelios, es<br />
de notar la frase sobre la relación médico-enfermo (cf. Mt 9,12;<br />
Me 2,17; Le 5,31). Y, algo que no podemos apreciar aquí,<br />
merece especial atención el tenor del escrito en su conjunto,<br />
cuyo paralelismo con los sinópticos (en particular con la denominada<br />
fuente Q) es sorprendente. De hecho, el cuerpo del<br />
librito de Luciano (desde el § 12 al 66) consiste en reproducir<br />
una serie de dichos (unos cincuenta) del maestro, dispuestos<br />
en un tenue marco narrativo o de diálogo (cf. los «apotegmas»<br />
evangélicos según Bultmann). He aquí un ejemplo: «Cierto día,<br />
uno de los compañeros le decía: Vamos al templo, oh Demonacte,<br />
a rezarle a Asclepio por mi hijo. Y él: Muy sordo crees<br />
a Asclepio si no es capaz de oir nuestra plegaria desde aquí»<br />
(§ 27). En realidad, la obra de Luciano no es una biografía<br />
en el sentido moderno del término, sino más bien la eficaz<br />
semblanza de un hombre por parte de quien le debía mucho<br />
en cuanto a su educación.<br />
Acerquémonos igualmente a la Vida de Apolonio de Tiana<br />
(filósofo pitagórico itinerante que vivió en la segunda mitad del<br />
siglo I d.C; Tiana está al noroeste de Tarso, más allá de la<br />
cadena montañosa del Tauro), escrita por Filóstrato y publicada<br />
poco después, el 217, por encargo de Julia Domna, mujer del<br />
emperador Septimio Severo. Según Eunapio de Sardes (fines<br />
del siglo IV), debería haberse titulado: «Visita de un dios a los<br />
hombres» (émdn[¿ía. ég ávtfgúJJiovg fteov). Hizo fortuna la<br />
obra, y de resultas también el personaje, comparado a menudo<br />
con Cristo. La reciente crítica literaria considera que las intenciones<br />
de la obra están «muy próximas a la literatura de