ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10
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252 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />
de llegar [cf. 4,2: Jenofonte: «en todas sus obras ha sabido<br />
hallar el inicio más conveniente y les ha dado la conclusión<br />
más oportuna»].<br />
(3.11) [Es preciso considerar después] qué hechos procede escoger<br />
(jtagaXafJElv) para el escrito y cuáles hay que dejar<br />
(jzagaXuielv).<br />
(3.12) (Heródoto) sabía que una narración prolongada impacta<br />
agradablemente en el ánimo del oyente si contiene cierto número<br />
de pausas; pero que cansa y empalaga si se limita a una mera<br />
serie de sucesos. [Por ello Dionisio critica a Tucídides, pues<br />
éste] con una prisa atosigante y poniendo a prueba los nervios<br />
de cualquiera, describe una guerra concreta [= la del Peloponeso],<br />
acumulando batalla sobre batalla, armamento sobre armamento,<br />
palabra sobre palabra; con lo que la mente del oyente<br />
se ve sobrecargada... [La regla es:] Al escribir historia, los<br />
cambios confieren a la obra agrado y variedad (¿¡óv XQiJua év<br />
loxogíag ygaq)r¡ fA.exa/3oXt¡ xáí JÍOLXÍXOV).<br />
(3.13) (Es preciso) seleccionar y ordenar en su justo lugar (év<br />
á> del XÓJKO) cada una de las cosas manifiestas... (Pero Tucídides)<br />
no es claro y no atina al concatenar (áoaq>í¡g xaí dvojiagaxoXov'&nxog).<br />
[Cf. 6,2: ambas obras (de Teopompo, a<br />
saber, «Historias helénicas» e «Historias filípicas») están bien<br />
concatenadas y son claras (eijiagaxoXov&nxoL xal ocupelg)].<br />
(3.14) Mientras uno (Tucídides) trata un solo tema y divide un<br />
único cuerpo (ró EV o&fia) en múltiples partes, (Heródoto)<br />
ha elegido muchos temas, completamente dispares, y ha hecho<br />
de ellos un único cuerpo armonioso (ovficpwvov ev ocófia). [Cf.<br />
Fl. Josefo., Bell. 1,15: «el cuerpo de la historia» = xb oco/ua<br />
xfjg íoxogíag].<br />
(3,17) La enargéia (= vivacidad o inmediatez) es la primera<br />
de las cualidades añadidas [y en esto Heródoto y Tucídides van<br />
parejos; cf. infra: Luciano, Quomodo hist. conscrib. sit 51: el<br />
oyente debe «ver lo que se dice» = ógáv xa Xeyóixevá\.<br />
(3,20) En los discursos la primera de todas las cualidades ha<br />
de ser la congruencia (xb JIQÉKOV) [N.B.: ¡no la historicidad<br />
efectiva!].<br />
(4,2) (Jenofonte) deja traslucir un tono de piedad y de justicia,<br />
de constancia y decoro, se ve ornado, en suma, de todas las<br />
PARANGÓN LITERARIO 253<br />
cualidades... (Filisto, al contrario) ofrece un tono adulador y<br />
filotiránico, bajo y enojoso (5,3).<br />
Según este autor, por tanto, el escrito histórico debe resultar<br />
una obra de arte, cuyo contrapunto ha de ser el sentido de las<br />
proporciones y siempre hecha con mesura (cosa que veremos<br />
repetida en Luciano). Algunas características se antojan evidentes:<br />
la variedad, la claridad, la conexión de ideas, la viveza.<br />
En cuanto al uso de los discursos Diógenes se muestra muy<br />
reservado. Se inclina más por la línea de su contemporáneo<br />
Diodoro Sículo (muerto en Roma hacia el año 20 a.C): «Los<br />
largos discursos... dispersan la cohesión del relato no sólo por<br />
la inoportunidad (áxaigía) de los discursos entreverados, sino<br />
incluso cuando los que se introducen ayudan al conocimiento<br />
de los hechos», aunque a veces son necesarios para dar «variedad»<br />
(noixiXía) (Biblioth. 20,1,1-2,2). La regla contraria había<br />
sido establecida por Tucídides: «Cada uno de los personajes<br />
habla tal como me parecía a mí (ég ó'av éóóxovv ¡xoi) que<br />
él diría las cosas según la oportunidad y las circustancias (jiegi<br />
xcüv asi Jtagóvxcov), ateniéndome lo más posible al sentido<br />
general de las cosas realmente dichas (xójv áXnficdg Xex'&év-<br />
XCDV) (Hist. peloponn. 1,22).<br />
En particular, la historia debía ser útil a los lectores. El<br />
escrito del Ps.-Dionisio, Ars reth. 11,2 (algo posterior a Dionisio<br />
de Halicarnaso) la define «filosofía basada en ejemplos»<br />
(íoxogía quXooocpía éoxlv éx nagaósiy^áxcov).<br />
Luciano de Samosata (120-190 d.C.) nos legó, sorprendentemente,<br />
el único tratado antiguo sobre el modo de escribir la<br />
historia, como dice su título latino: Quomodo historia conscribenda<br />
sit (compuesto probablemente en los años 166-168). El<br />
librito no es innovador (a no ser con respecto a los historiadores<br />
de pacotilla contra los que Luciano se despacha a gusto), sino<br />
que se asienta sobre la larga tradición historiográfica griega.<br />
En él se nos ofrece el cuadro general y más común del pensamiento<br />
heleno sobre la materia, con cierta simpatía hacia<br />
Tucídides (citado, por ejemplo, en el § 42), y opta por una<br />
historiografía que no se limite a ser un pasatiempo contingente,