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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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168 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

¿qué deber no he cumplido?»... (49) Emprende una acción<br />

después de haber rogado a los dioses para que puedas llevarla<br />

a buen término... (67s) Abstente de las comidas de las que te<br />

hablé [= de aquellos animales]; en las purificaciones y en la<br />

liberación del alma obrando con justicia... (70) Que si, abandonado<br />

el cuerpo, llegas al libre éter, serás un dios inmortal e<br />

incorruptible, nunca jamás un mortal.<br />

Apolonio de Tiana vive en la segunda mitad del siglo II.<br />

Predicador itinerante en el que destaca el aspecto religioso y<br />

místico del neopitagorismo, mientras queda al margen el aspecto<br />

metafísico. Veamos cómo describe Filóstrato su estilo de vida<br />

80. Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana 1,32 28<br />

Mi sabiduría es la de Pitágoras, un hombre de Samos, que me<br />

ha enseñado a honrar a los dioses de este modo y a estar en<br />

su compañía, visibles o no visibles, a frecuentar la conversación<br />

de los dioses y a vestirme con esta lana de la tierra, pues no la<br />

ha llevado encima un animal, sino que nace pura y de cosas<br />

puras, don del agua y de la tierra, el lino. Esto mismo de<br />

dejarme crecer la cabellera, lo practico por Pitágoras, y el<br />

mantenerme puro del alimento de animal me viene también de<br />

la sabiduría de aquél. Por tanto, no podría ser ni acompañante<br />

de la bebida ni compañero en la ociosidad o la molicie, ni tuyo,<br />

ni de ningún otro, pero a tus preocupaciones arduas y difíeles<br />

de aclarar podría darte soluciones, ya que no sólo conozco lo<br />

que hay que hacer, sino también lo preveo.<br />

Teniendo en cuenta este modo de comportarse (cf. asimismo<br />

6,11), propio de la época, habremos de concluir que varios<br />

aspectos del ideal ascético del cristianismo de la era apostólica<br />

(véase por ejemplo Rm 13,13; Ef 5,18 sobre la templanza; lTm<br />

2,9; 1P 3,3s sobre los adornos femeninos) no son sino expresión<br />

del espíritu de la época; las diferencias estriban en las motivaciones<br />

de fondo.<br />

28. Traducción de A. Bernabé Pajares en: FILÓSTRATO, Vida de Apolonio<br />

de Tiana, Madrid 1979.<br />

EL HUMUS GRECORROMANO<br />

C. ARETALOGÍAS Y RELATOS DE MILAGRO<br />

169<br />

El interés por lo prodigioso se hallaba más difundido en el<br />

ambiente grecorromano que en el judío (cf. supra: n° 22 y<br />

comentario). Está vinculado de modo especial a determinadas<br />

figuras de dioses curadores. El más conocido es Asclepio (lat.<br />

Esculapio), hijo del dios Apolo y de la mortal Corónides (cf.<br />

el mito en Píndaro, Pyth. 3,1-58). Era venerado ya en la época<br />

clásica como el dios sanante por excelencia: «Salvador de todos<br />

y guardián de los inmortales» (ocozng rá>v oXcov xai cpvkaS,<br />

zcov áflavártov: Elio Arístides, Ora/. 42,4; cf. 42,5; 47,4; 39,5);<br />

su distintivo es la serpiente (símbolo de regenaración) enroscada<br />

en un bastón. Su colaborador y correspondiente en edad helenista<br />

fue Serápides (= Osiris-Apis, un dios artificial, creado en<br />

el Egipto de los Tolomeos), cuyo culto se extendió por toda<br />

la cuenca mediterránea, en especial la oriental. Todavía en la<br />

Jerusalén de tiempos de Adriano (= Aelia Capitolina) probablemente<br />

sobre el lugar de la probática piscina (cf. Jn 5)<br />

existía un santuario al dios Asclepio-Sarapis; y no es inverosímil<br />

que un culto semejante existiese ya en tiempos de Jesús 29 .<br />

Los testimonios de sus intervenciones adquieren diversidad<br />

de formas.<br />

a) Las aretalogías son composiciones poéticas o en prosa<br />

que proclaman y exaltan la benéfica fuerza (o virtud = áQerrj)<br />

de un dios (cf. 1P 2,9b), bien de modo genérico (cf. infra: n°<br />

95), bien en torno a una intervención determinada (cf. infra:<br />

n° 123, líneas 6-8).<br />

Reviste particular interés la aretalogía de Asclepio que contiene<br />

la introducción a la versión griega de un escrito (perdido)<br />

en el que se celebraba al antiguo hombre-dios egipcio Imhotep,<br />

con facultades para curar (del 2700 a.C. ca.). El anónimo<br />

traductor es del siglo II d.C. y, al introducir la versión del viejo<br />

documento, presenta al lector una experiencia personal de<br />

salvación física por obra de Asclepio (identificado con Imhotep).<br />

29. Cf. A. Duprez, Jésus et les dieux guérisseurs, París 1970, pp. 43-54 y<br />

57-127.

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