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ORÍGENES DEL CRISTIANISMO - 10

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308 <strong>ORÍGENES</strong> <strong>DEL</strong> <strong>CRISTIANISMO</strong><br />

estudios más recientes 9 , que prefieren distinguir entre un texto<br />

base, que se remontaría al historiador judío, y algunas glosas<br />

de mano cristiana. A la hora de decir cuáles son estas, hay<br />

disparidad; pero por lo general se consideran estas cuatro frases:<br />

«si es lícito llamarlo hombre», «era el Cristo», «los principales<br />

responsables de entre los nuestros» (giro inusual en la pluma<br />

de Josefo), y «se les apareció al tercer día de nuevo vivo».<br />

Para corrobar esta postura y la propia existencia de un<br />

testimonio de Fl. Josefo sobre Jesús contamos con una versión<br />

árabe muy interesante; se remonta al siglo X y forma parte de<br />

la «Historia universal» de Agapio, obispo de Hierápolis de Siria.<br />

Fue estudiada y publicada no hace mucho, en 1971, por un<br />

profesor hebreo de la univerdad de Jerusalén.<br />

138. Versión árabe del Testimonium flavianum <strong>10</strong><br />

Por aquel tiempo existió un hombre sabio que se llamaba Jesús.<br />

Su conducta era buena y era famoso por su virtud. Y muchos<br />

de entre los hebreos y de otras naciones se hicieron discípulos<br />

suyos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los<br />

que se habían hecho discípulos suyos no abandonaron su discipulado.<br />

Ellos contaron que se les había aparecido tres días<br />

después de su crucifixión y que estaba vivo; quizá, por esto,<br />

era el Mesías, del que los profetas contaron maravillas.<br />

Salta a la vista la sobriedad de esta versión árabe, en la<br />

que faltan justamente las expresiones del texto griego que la<br />

simple crítica interna tendía de por sí a eliminar (la mención<br />

de las apariciones «tres días después», aunque presente también<br />

aquí, aparece sin embargo en labios de los discípulos: «ellos<br />

9. Cf. A. Pelletier, L'originalité du témoignage de Flavius Joséphe sur Jésus,<br />

Recherches de Sciences Religieuses 52(1964) 177-203; A.M. Durbale, Le témoignage<br />

de Joséphe sur Jésus d'aprés des publications recentes, Revue Biblique<br />

84(1977) 38-58.<br />

<strong>10</strong>. Cf. S. Pinés, An Arable Versión of the Testimonium Flavianum and its<br />

Implications, Jerusalem 1971, pp. 14 y 16 (texto árabe y versión de la que<br />

depende la que ofrece el autor).<br />

TESTIMONIOS DIRECTOS 309<br />

contaron», y no es afirmación directa de Josefo). El texto es<br />

tanto más sorprendente y digno de crédito cuanto quien lo<br />

transmite es un cristiano, un obispo: cuesta creer que en ambientes<br />

cristianos se haya retocado el texto de Josefo para minimizarlo,<br />

hasta el punto de restarle importacia a Jesús y a un<br />

testimonio sobre él.<br />

Así pues, es lógico concluir que tanto las reservas críticas<br />

sobre el texto griego como la versión árabe de Agapio convergen<br />

a la hora de ofrecernos, aunque sea por vía aproximativa, el<br />

probable tenor original del Testimonium flavianum, en el que<br />

hallamos la información esencial sobre la figura, la actividad y<br />

la suerte final de Jesús, así como sobre la relación de sus<br />

discípulos con él.<br />

c) Un último testimonio de Flavio Josefo nos remite a<br />

Santiago, el hermano de Jesús (cf. Mt 13,55; Me 6,3; 15,40;<br />

Hch 12,17; 15,13; 21,18; ICor 15,7; Gal 1,19; 2,9.12; y quizá<br />

St 1,1; Jd 1), quien, después de partir Pedro de Jerusalén (cf.<br />

Hch 12,17), ejerció el más alto cargo en el seno de aquella<br />

comunidad cristiana. Conservaría dicha función hasta su muerte<br />

violenta acaecida en el año 62, cuando el sumo sacerdote Anán<br />

lo condenó a morir lapidado junto con otros, aprovechando el<br />

período de sede vacante del procurador que se abrió entre la<br />

muerte de Festo y la llegada de Albino.<br />

139. Santiago el Menor (Fl. Jos., Ant. 20,197-203)"<br />

(797) Informado el César (Nerón) de la muerte de Festo [sobre<br />

su figura, cf. Hch 24,27; 25,1.4.9.12-14.22-24; 26,24-25.32], envió<br />

a Albino como procurador (ejiaQXoq) de Judea. El rey [=<br />

Herodes Agripa II: cf. Hch 25,13.22-26; 26,1-2.19.27-28.32]<br />

depuso del sumo sacerdocio a José, y se lo concedió a Anán,<br />

hijo de Anán. (198) Según se dice, Anán el Viejo [= el «Anas»<br />

de los evangelios, suegro de Caifas: cf. Le 3,2; Jn 18,13.24;<br />

Hch 4,6] fue un hombre de muchísima suerte; tuvo cinco hijos,<br />

11. *Cf. Antigüedades... III, pp. 341-342.

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