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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QUÉ AMAMOS<br />

ticaremos el sexo de forma irregular. Luego, un buen día, empeza­<br />

mos a ponernos posesivos. Al poco nos enamoramos de esa perso­<br />

na. Y con el tiempo nos sentiremos emocionalmente unidos. En<br />

este caso, el deseo ha precedido al romance, que a su vez ha condu­<br />

cido al apego.<br />

También hay parejas que inician su relación con un sentimiento<br />

de apego. Rápidamente consiguen la unión emocional en el dormi­<br />

torio de la residencia universitaria, la oficina o su círculo social. Se<br />

hacen íntimos amigos. Con el tiempo, este apego se transforma en<br />

pasión románticay al final ésta desencadena el deseo.<br />

<strong>Por</strong> desgracia, muchos de nosotros también pasamos en nuestra<br />

vida por periodos en los que estos tres impulsos del emparejamien­<br />

to, el deseo, el amor romántico y el apego no se concentran en la<br />

misma persona. Parece estar en el destino de la humanidad que se­<br />

amos neurológicamente capaces de amar a más de una persona a la<br />

vez. Uno puede sentir un profundo apego por el que hace tiempo<br />

es su cónyuge, y sentir una pasión romántica por alguien de la ofici­<br />

na o de su círculo social, y al mismo tiempo experimentar un deseo<br />

sexual mientras lee un libro, ve una película o hace cualquier otra<br />

cosa en la que ninguna de estas personas tiene nada que ver. Puede<br />

que incluso se vaya pasando de un sentimiento a otro.<br />

En efecto, mientras por la noche uno está tumbado en la cama,<br />

a oscuras, puede verse envuelto por sentimientos de apego hacia su<br />

cónyuge; unos segundos más tarde siente una loca pasión romántica<br />

por alguien a quien acaba de conocer; luego nota un deseo sexual<br />

cuando de repente una imagen que nada tiene que ver con lo ante­<br />

rior se le viene a la cabeza. Mientras estos tres circuitos cerebrales<br />

actúan interactiva pero independientemente, a uno le parece que<br />

en su cabeza se está celebrando la reunión de un comité.<br />

«El amor es salvaje», como dice la canción. El deseo, el amor ro­<br />

mántico y el apego profundo pueden visitarnos formando unas com­<br />

binaciones tan distintas e inesperadas que muchas personas han<br />

llegado a pensar que la mezcla de sensaciones que nos empujan ha­<br />

cia otra persona es misteriosa, incomprensible, quizás incluso que<br />

aparece como caída del cielo. Pero una vez que empiezas a consi­<br />

derar el deseo, el amor romántico y el apego como tres impulsos es­<br />

pecíficos del emparejamiento, cada uno de los cuales produce mu-<br />

U4

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