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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QUÉ AMAMOS<br />

riosas? Incluso cuando el amante que nos abandona asume sus res­<br />

ponsabilidades como amigo (y a menudo coprogenitor) y pone fin<br />

a la relación de forma compasiva y sincera, muchas personas recha­<br />

zadas pasan bruscamente de sentir pena a sentir una ira inconteni­<br />

ble. El poeta inglés John Lyly comentó muy atinadamente este fenó­<br />

meno en 1579: «Así como el mejor vino se convierte en el vinagre<br />

más agrio, el amor más profundo se torna en el odio más mortal».<br />

¿<strong>Por</strong><strong>qué</strong>?<br />

<strong>Por</strong>que el amor y el odio están estrechamente ligados en el cere­<br />

bro humano. Los circuitos primarios del odio/furia atraviesan las<br />

regiones de la amígdala y llegan hasta el hipo tálamo, prolongándo­<br />

se hacia otras áreas del cerebro como la materia gris del periacue-<br />

ducto, una región situada en el mesencéfalo 28 . Otras áreas cere­<br />

brales intervienen también en la furia que sentimos, entre ellas la<br />

ínsula, una parte de la corteza que recoge datos procedentes de<br />

la fisiología corporal interna y de los sentidos 29 . Pero aquí está la<br />

clave: la red cerebral básica para la furia está estrechamente conec­<br />

tada con los centros de la corteza prefrontal donde se procesa la<br />

evaluación y la esperanza de la recompensa 30 . Ycuando las personas<br />

u otros animales comienzan a darse cuenta de que una recompen­<br />

sa esperada está en peligro o es incluso inaccesible, estos centros de<br />

la corteza prefrontal envían señales a la amígdala y desencade­<br />

nan la furia 3 1 .<br />

Conocida entre los psicólogos como la «hipótesis de la frustra­<br />

ción-agresión», esta respuesta airada ante las expectativas no cum­<br />

plidas, es bien conocida en los animales. <strong>Por</strong> ejemplo, cuando los<br />

circuitos cerebrales de recompensa de un gato se estimulan artifi­<br />

cialmente, éste siente un intenso placer. Si el estímulo se retira, el<br />

gato se enfada. Del mismo modo, los amantes desdeñados se po­<br />

nen más y más furiosos. «Todo nuestro raciocinio termina por ren­<br />

dirse ante los sentimientos», escribió Blaise Pascal. Pascal sabía per­<br />

fectamente hasta <strong>qué</strong> punto podemos convertirnos en víctimas de<br />

nuestras emociones.<br />

Sin embargo, la furia no tiene por <strong>qué</strong> dirigirse siempre hacia la<br />

recompensa perdida 3 2 . Un mono enfurecido desahogará su ira so­<br />

bre uno de sus subordinados en lugar de atacar a un superior. De la<br />

misma manera, un amante rechazado puede dar una patada a una<br />

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