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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

mulantes de la serotonina ponen en peligro su capacidad de eva­<br />

luar el compromiso emocional de una pareja. Ylo que quizás sea<br />

peor, muchas personas que toman esta medicación emiten unas<br />

señales defectuosas de ineptitud y falta de interés sexual que pue­<br />

den repeler a la posible pareja. También es probable que lleguen<br />

a la conclusión errónea de que ellas, por sí mismas, no son com­<br />

patibles con su pareja. Pero lo que pasa, simplemente, es que es­<br />

tán medicadas.<br />

Las personas que toman antidepresivos basados en estimulantes<br />

de la serotonina pueden poner en peligro su capacidad de evaluar<br />

a la pareja, desencadenar el romance e iniciar relaciones, alteran­<br />

do de este modo su vida amorosa y el futuro de sus genes.<br />

INTIMIDAD MASCULINA; INTIMIDAD FEMENINA<br />

«Observé en donde caía el dardo de Cupido: / cayó sobre una<br />

florecilla de Occidente, / antes blanca ahora púrpura por la herida<br />

/ del amor. Las muchachas la llaman 'suspiro'. / Tráeme esa flor:<br />

una vez te la enseñé. / Si se aplica sujugo sobre párpados dormidos,<br />

/ el hombre o la mujer se enamoran locamente / del primer ser<br />

vivo al que encuentran»*. Oberón, el Rey de las Hadas en El sueño<br />

de una noche de verano de Shakespeare, habla de una flor muy pode­<br />

rosa que hace nacer el amor.<br />

¿Cuántos millones de hombres y mujeres han anhelado a lo lar­<br />

go de la evolución humana encontrar una flor así? Lamentable­<br />

mente no existe. Incluso los medicamentos (o las drogas como la<br />

cocaína o las anfetaminas) que elevan los niveles de dopamina en<br />

el cerebro podrán lograr que alguien se enamore de nosotros si di­<br />

cha persona no quiere o está buscando una pareja completamen­<br />

te distinta. Pero si un potencial pretendiente expresa interés por<br />

nosotros, existen otras formas de estimular su acercamiento y su<br />

corazón utilizando lo que se conoce como las diferencias de género<br />

de nuestro cerebro.<br />

* William Shakespeare, El sueño de una noche de verano, Espasa-Calpe, Madrid, 2000.<br />

{N.de laT.)<br />

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