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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

Los hombres y las mujeres que sienten este encaprichamiento<br />

también se concentran en todos los hechos, canciones y otras pe­<br />

queñas cosas que han llegado a asociar con el ser amado. El mo­<br />

mento en el que, paseando por el parque, él se detuvo a enseñarle<br />

a ella un nuevo brote de la primavera; la noche en que ella le lan­<br />

zó unos limones mientras él preparaba las bebidas: para los atra­<br />

pados por el amor, estos momentos intrascendentes cobran vida<br />

propia. El 73 por ciento de los hombres y el 85 por ciento de las<br />

mujeres de mi estudio recordaban cosas triviales que su amado<br />

había dicho o hecho (Apéndice, n e 46). Y el 83 por ciento de los<br />

hombres y el 90 por ciento de las mujeres reproducían en su mente<br />

estos preciosos episodios cuando pensaban en su ser amado (Apén­<br />

dice, n a 52).<br />

Miles de millones de amantes probablemente se han sentido in­<br />

vadidos por una repentina ternura cuando pensaban en los mo­<br />

mentos pasados con su enamorado. Un conmovedor ejemplo de<br />

ello es un poema chino del siglo IX, La estera de bambú\ de Yuan<br />

Chen. Ghen se lamentaba: «No soy capaz de guardar / la estera de<br />

bambú: / desde que aquella noche en que te llevé a tu casa, / vi<br />

cómo la extendías» 11 . Para Chen, un objeto cotidiano había adqui­<br />

rido una dimensión simbólica.<br />

El romance Lancelot, escrito en el siglo xn por Chréüen de Tro-<br />

yes, ilustra este mismo aspecto de la pasión romántica. En esta epo­<br />

peya, Lancelot encuentra el peine de la reina Ginebra tirado en el<br />

camino después de que ella y su séquito hubieran pasado por allí.<br />

Algunos de sus rubios cabellos habían quedado enganchados en<br />

las púas. Como escribió de Troyes: «Comenzó a adorar sus cabellos;<br />

cientos de miles de veces se tocaba con ellos los ojos, la boca, la<br />

frente, las mejillas» 12 .<br />

ENGRANDER AL SER AMADO<br />

La persona que se enamora también empieza a engrandecer, in­<br />

cluso a magnificar pequeños aspectos de su amado. Si se les insiste,<br />

casi todos los amantes pueden enumerar las cosas que no les gus­<br />

tan de su amor. Pero no dan importancia a estas percepciones o se<br />

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