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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

Con frecuencia, cuando los chimpancés hembra están en celo, se<br />

quedan en la comunidad para copular con casi todos los machos.<br />

Sin embargo, si se sienten atraídas por uno de sus admiradores, pue­<br />

den acompañar a este individuo «especial» hasta la periferia del te­<br />

rritorio donde vive y quedarse con él desde tres días hasta casi tres<br />

meses. Goodall llama a estas uniones temporales «irse de safari».<br />

LA VIGILANCIA DE LA PAREJA<br />

Dado que el afán posesivo es tan habitual en la naturaleza, los<br />

estudiosos del comportamiento animal le han dado un nombre:<br />

«vigilancia de la pareja» 39 . Se refiere a este gusto por la exclusivi­<br />

dad sexual como un aspecto fundamental del cortejo en muchas<br />

especies. Generalmente es el macho el que vigila a la hembra, para<br />

evitar que le sea arrebatada o le abandone. Existen sólidas razones<br />

de carácter evolutivo. Si un macho puede secuestrar a la hembra<br />

durante su ovulación, ella podrá parir a sus crías y transmitir sus ge­<br />

nes hasta la eternidad.<br />

Los machos pertenecientes a especies que establecen una rela­<br />

ción de pareja para criar a su descendencia, tienen una segunda mo­<br />

tivación, de carácter darwiniano, para ser posesivos desde el punto<br />

de vista sexual. Desde el punto de vista de la adaptación, a un ma­<br />

cho, no le conviene derrochar su tiempo y sus energías vitales en<br />

construir un nido, proteger a la hembra, luchar contra los intrusos,<br />

e incluso alimentar a sus crías, a menos que dichas crías sean porta­<br />

doras de su ADN. Si su hembra se pone a retozar con otro macho,<br />

él se arriesga a que le pongan los cuernos. <strong>Por</strong> tanto, en las especies<br />

socialmente monógamas, los machos que cortejan a una hembra o<br />

se «casan» con ella tienden a ser extremadamente sensibles ante<br />

los intrusos. Algunos monos machos muerden el cuello de la hem­<br />

bra si se aleja o la hacen volver con golpecitos o empujones; en cam­<br />

bio, los machos de muchas otras especies defienden agresivamente<br />

el territorio donde vive su compañera.<br />

Los hombres y mujeres que participaron en mi estudio (expli­<br />

cado en el capítulo uno) mostraron también esta tendencia a la vi­<br />

gilancia de la pareja, especialmente los hombres. Éstos discreparon<br />

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