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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

turas; muchas de nuestra tradiciones e incluso algunos de nuestros<br />

días festivos: billones de productos culturales han tenido su ori­<br />

gen, al menos en parte, en este inveterado impulso de amar.<br />

No obstante, todavía sabemos muy poco sobre esta locura de los<br />

dioses. <strong>Por</strong> ejemplo, algunos procesos cerebrales aún sin identifi­<br />

car deben producir el sentimiento de unión con el ser amado que<br />

siente el amante. Los científicos están empezando a precisar las re­<br />

giones cerebrales que se activan cuando se siente la unión con una<br />

«fuerza superior», como, por ejemplo, Dios 36 . Quizás esta región ce­<br />

rebral también esté implicada en el amor. Tampoco sabemos <strong>qué</strong><br />

es lo que genera el deseo de exclusividad sexual del amante, pero<br />

también esto debe de ir acompañado de una anatomía y unas fun­<br />

ciones cerebrales.<br />

La investigación sobre los circuitos cerebrales del amor románti­<br />

co genera interrogantes más amplios. ¿Deberían medicar los doc­<br />

tores a los acosadores y maltratadores conyugales con fármacos que<br />

alteren el funcionamiento cerebral? ¿Deberían los abogados, jue­<br />

ces y legisladores considerar químicamente incapacitados a los que<br />

cometen crímenes pasionales? ¿Deberían las leyes del divorcio adap­<br />

tarse a nuestra tendencia humana a abandonar las uniones insatis-<br />

factorias? Creo que cuanto más sepamos sobre la biología del ro­<br />

mance (así como del deseo sexual y del apego), más llegaremos a<br />

apreciar el papel de la cultura y la experiencia a la hora de contro­<br />

lar la conducta humana, y más necesitaremos abordar estos y otros<br />

muchos aspectos complejos relacionados con la ética y la responsa­<br />

bilidad.<br />

Pero hay algo de lo que estoy convencida: con independencia de<br />

lo bien que los científicos lleguen a dibujar el mapa del cerebro y a<br />

descubrir la biología del amor romántico, nunca destruirán el mis­<br />

terio o el éxtasis de esta pasión. Lo digo por experiencia propia.<br />

La gente me pregunta si mi conocimiento del amor romántico<br />

ha afectado a mi vida personal. Pues bien: estoy más informada y,<br />

por razones que no podría explicar, me siento también más segura.<br />

Sé más acerca de por <strong>qué</strong> siento las cosas que siento. Puedo prever<br />

algunas conductas de los que me rodean, y también cuento con al­<br />

gunas herramientas útiles para mí y para los demás. Pero mi cono­<br />

cimiento de esta materia no ha cambiado eñ absoluto mi manera<br />

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