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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QUÉ AMAMOS<br />

ner un romance con otra 3 5 . Sin duda, el nombre de su revista mas<br />

conocida, LovingMore (Amar más), resulta muy adecuado.<br />

El «poliamor» es utópico y poco viable. Como sabemos, el amor<br />

romántico está interconectado con muchos otros circuitos cerebra­<br />

les de motivación/emoción, incluidos los otros dos principales im­<br />

pulsos del emparejamiento: el deseo y el apego hombre-mujer. Ya<br />

he comentado anteriormente que lo habitual es que estos tres sis­<br />

temas cerebrales interactúen, pero pueden funcionar indepen­<br />

dientemente. De hecho, podemos sentir un profundo apego por<br />

una pareja de larga duración al mismo tiempo que sentimos un<br />

amor romántico por otra persona y también sentir un impulso se­<br />

xual mientras leemos un libro, vemos una película o evocamos una<br />

imagen sexual en nuestra mente. Este cableado probablemente se<br />

desarrolló, en parte, para permitir a nuestros ancestros del sexo<br />

masculino y femenino mantener una relación de pareja duradera<br />

mientras aprovechaban unas oportunidades de apareamiento adi­<br />

cionales (y a menudo clandestinas). Los hombres y mujeres que<br />

practican el «poliamor» pretenden hacerlo abiertamente.<br />

Pero la raza humana no comparte el amor gustosamente. En pa­<br />

labras de un aborigen australiano, «Somos gente celosa». No es de<br />

extrañar por tanto que las parejas que practican el «poliamor» pa­<br />

sen muchas horas a la semana tratando de superar sus sentimientos<br />

de posesión y de celos.<br />

La independencia de estos tres impulsos del emparejamiento<br />

nos produce a todos cierta confusión en algún momento de nues­<br />

tra vida. Los altos índices de adulterio y de divorcio, la existencia del<br />

acoso y la violencia conyugal, así como la omnipresencia de los ho­<br />

micidios, suicidios y depresiones clínicas relacionados con el amor,<br />

son consecuencia de nuestro impulso de amar una y otra vez.<br />

Sin embargo, a pesar de todas las lágrimas y los berrinches oca­<br />

sionados por el desengaño romántico, la mayoría de nosotros nos<br />

recobramos y reanudamos el cortejo. El amor romántico ha propor­<br />

cionado a la humanidad grandes alegrías. También ha contribuido<br />

enormemente a la sociedad en general. Los conceptos de marido,<br />

mujer, padre y familia nuclear; nuestros ritos del cortejo y del ma­<br />

trimonio; el argumento de nuestras grandes óperas, novelas, obras<br />

de teatro, películas, canciones y poemas; nuestros cuadros y escul-<br />

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