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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

para cazar, lo que constituye el sello distintivo de la humanidad.<br />

Nuestros antepasados no tenían aún el talento lingüístico ni las de­<br />

más aptitudes para el cortejo de que los humanos acabarían hacien­<br />

do alarde.Yyo creo que el amor romántico humano floreció en con­<br />

junción con estos magníficos talentos para el cortejo.<br />

Seguramente, estos antepasados australopitecos dependían para<br />

el cortejo de su estatus en el grupo, su ingenio y su atractivo, simila­<br />

res a los de los chimpancés. Es probable que se sintieran profunda­<br />

mente atraídos por una pareja e incluso que permanecieran unidos<br />

a ella durante unos cuantos años, Pero luego muchos reiniciaban<br />

el cortejo y la relación amorosa con otra persona.<br />

«UN ESPLÉNDIDO MUNDO NUEVO»<br />

El nuevo y espléndido mundo humano ante el que se maravilla­<br />

ba Miranda en la obra de Shakespeare titulada La tempestad, co­<br />

menzó a surgir hace unos dos millones de años cuando unos nuevos<br />

seres comenzaron a recorrer las extensas llanuras de lo que hoy es<br />

Kenia y Tanzania: el homo habilis u hombre habilidoso.<br />

Los arqueólogos han encontrado numerosas herramientas de<br />

piedra inacabadas en las llanuras de África del Este 10 . Generación<br />

tras generación, el homo habilis debió de acercarse a estas canteras<br />

para fabricar martillos de piedra, cuchillos, yunques y otras herra­<br />

mientas, dejando a su paso fragmentos de sílex y trozos de lava,<br />

obsidiana, cuarcita y piedra caliza. No tenía una técnica muy desa­<br />

rrollada. Se limitaba a aporrear a golpes una o dos caras de una pie­<br />

dra para crear un borde o punta afilados. Pero eran unos utensilios<br />

muy superiores a los que fabricaban el resto de las criaturas de<br />

aquel momento.<br />

Nuestros antepasados también se reunían en torno a lo que pare­<br />

cían lugares destinados al tratamiento de la carne. Hasta allí arrastra­<br />

ban enormes pedazos de carne de las piezas de caza que se cobraban<br />

y luego se sentaban, arrancaban los huesos, extraían el tuétano y la<br />

grasa, lo repartían y se lo comían. En estos antiguos vertederos de ba­<br />

sura se han encontrado unas dos mil quinientas herramientas y hue­<br />

sos de animales. También resulta evidente que estos ancestros nues-<br />

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