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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELLN flSHSR<br />

Skipper y su menuda pareja se acariciaban afectuosamente y jugue­<br />

teaban con coquetería, de un modo tierno que yo me atrevería a<br />

calificar de «amoroso».<br />

«Loco DE PLACER»<br />

Existen tantas descripciones de la atracción entre los animales<br />

que es imposible recogerlas todas. He leído acerca de la vida amo­<br />

rosa de unas cien especies diferentes y, en todas las sociedades ani­<br />

males, los machos y las hembras muestran durante el cortejo ciertos<br />

rasgos que constituyen los componentes clave del amor romántico<br />

humano.<br />

Para empezar, desarrollan una enorme energía. La marta ame­<br />

ricana y su hembra se persiguen de forma enloquecida, escabullén-<br />

dose, saltando, correteando y enredándose, expresando lo que pare­<br />

ce un gran regocijo. Las comadrejas se persiguen tan vigorosamente<br />

que los naturalistas lo llaman «el juego de la lucha». El macho corre<br />

por el campo «emitiendo gorjeos de excitación» mientras su pareja<br />

«salta juguetona a su alrededor» 5 . De hecho, la hembra sigue sal­<br />

tando alrededor del macho mucho después de haber consumado<br />

la cópula y de que él haya caído en un profundo sueño. Los gatos<br />

salvajes se persiguen vigorosamente durante el apareamiento. El<br />

murciélago macho de raya blanca sacude enérgicamente sus alas<br />

delante de la hembra antes del coito. El tejón en celo golpea el sue­<br />

lo con las patas mientras ronronea. Cuando una rata hembra que<br />

está en celo huele a un macho, da saltos, corre disparada y vuelve a<br />

saltar un poco más mientras mueve las orejas y mira por encima del<br />

hombro en una actitud que sólo cabría calificar de insinuante.<br />

Los animales de más tamaño también derrochan energía du­<br />

rante el celo. Cuando la hembra del chimpancé «común» entra en<br />

el ciclo estral, los machos empiezan a congregarse a su alrededor.<br />

El macho que la corteja «se exhibe» vigorosamente, irguiéndose so­<br />

bre sus patas traseras con el pene erecto, contoneándose ante ella<br />

dando patadas al suelo, balanceándose de un lado a otro, sacudien­<br />

do las ramas de los árboles y mirando fijamente a su futura pareja.<br />

Las hembras y los machos del oso pardo avanzan y retroceden unos<br />

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