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Por qué amamos – Helen Fisher

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¿AMOR AL PRIMER OLOR?<br />

POR QUÉ AMAMOS<br />

Algunas personas me han preguntado si el olor de alguien pue­<br />

de despertar esta atracción instantánea. Es cierto que muchos ani­<br />

males se sienten inmediatamente atraídos por los olores de deter­<br />

minadas parejas. Pero dudo que el amor al primer olor sea algo<br />

habitual en las personas, por una razón de orden evolutivo.<br />

Nuestros antepasados, los primates, vivieron en las copas de los<br />

árboles durante al menos treinta millones de años. Para evitar caer<br />

al suelo y también para seleccionar las mejores frutas, necesitan<br />

una visión muy desarrollada, más que un olfato fino. Consecuente­<br />

mente, los monos y los simios tienen un sentido del olfato reducido<br />

en comparación con otras grandes regiones del cerebro encarga­<br />

das de la percepción de estímulos visuales. Los humanos hemos<br />

heredado estas facultades. Yestas estructuras visuales están perfec­<br />

tamente conectadas con el resto de los sentidos y con nuestros pen­<br />

samientos y sentimientos. En efecto, como primates, el 80 por cien­<br />

to de nuestro conocimiento del mundo que nos rodea procede de<br />

la vista. Esta es sin duda la razón por la que muchos romances a tra­<br />

vés de Internet terminan cuando los miembros de la pareja se en­<br />

cuentran cara a cara. Los estímulos visuales son importantes para el<br />

amor.<br />

Así que dudo que muchos humanos se enamoren al detectar el<br />

olor de un pretendiente durante una fiesta. Pero sí creo que una vez<br />

que nos familiarizamos y encariñamos con una pareja, su olor puede<br />

convertirse en una especie de afrodisíaco. <strong>Por</strong> ejemplo, he conocido<br />

a varias mujeres a las que les gusta ponerse la camiseta o el suéter de<br />

su enamorado para dormir porque les gusta notar su olor. Y la litera­<br />

tura occidental está llena de personajes masculinos que se sienten<br />

estimulados por la fragancia del pañuelo o el guante de su amada.<br />

Pero sea lo que sea lo que desencadena la atracción, el magnetis­<br />

mo puede ser instantáneo. Cuando los seres humanos y otras cria­<br />

turas están psicológicay físicamente preparadas y aparece ante ellos<br />

una pareja relativamente adecuada, el más sencillo intercambio pue­<br />

de disparar la atracción.<br />

Entonces la mayoría de los animales se vuelven extremadamen­<br />

te posesivos con su trofeo.<br />

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