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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

Las mujeres del homo erectus debieron de adorar a los compañeros in­<br />

geniosos y unirse a ellos entre los arbustos en las tardes de ocio.<br />

En aquellos difíciles días de antaño, nuestros antepasados lle­<br />

garon a necesitar cada vez más aptitudes para persuadir a las po­<br />

tenciales parejas de formar con ellos una relación duradera. Los<br />

que destacaban en aspectos complejos del lenguaje, el arte o el can­<br />

to, sobrevivían y se reproducían, haciendo llegar éstos y otros mu­<br />

chos exquisitos talentos humanos hasta nosotros. Pero cada hombre<br />

y mujer se promocionaba dentro de los límites de «su presupues­<br />

to», dado que cada uno tenía también una cantidad limitada de<br />

energía metabólica y de circuitos cerebrales para gastar 17 . Los pre­<br />

tendientes, por tanto, fueron especializándose y mostrando sus sin­<br />

gulares dotes para conseguir a una pareja determinada.<br />

Este proceso del cortejo continúa. Einstein declaró en una oca­<br />

sión que «si a los treinta años una persona no ha hecho su gran apor­<br />

tación a la ciencia, ya no la hará nunca». Aunque todos nosotros po­<br />

demos enumerar una lista de hombres y mujeres que han triunfado<br />

en la vida más tarde, el doctor Satoshi Kanazawa de la London<br />

School of Economics ha confirmado recientemente la afirmación<br />

de Einstein y ha encontrado para ella una explicación darwiniana.<br />

Tras estudiar a doscientos ochenta importantes científicos masculi­<br />

nos, confirmó que el 65 por ciento de ellos realizaron sus descubri­<br />

mientos más notables antes de los treinta y cinco años. También<br />

señaló que la mayoría de ellos perdió su impulso creativo tras los pri­<br />

meros años de matrimonio. Kanazawa concluye que estos jóvenes<br />

genios «buscaban impresionar a las mujeres con su virtuosismo» 18 .<br />

Yo creo que los jóvenes hombres (y mujeres) de la especie homo<br />

erectus trataban de impresionar a sus potenciales parejas con su vir­<br />

tuosismo hace más de un millón de años.<br />

Y lo que es más importante para nuestra historia: a medida que<br />

los pretendientes mostraban sus diversos y singulares talentos, aque­<br />

llos que contemplaban estas estratagemas de cortejo empezaron a<br />

necesitar un cierto razonamiento, criterio, percepción, memoria,<br />

conocimiento, conciencia, autoconciencia y muchos otros meca­<br />

nismos cerebrales para distinguir entre los cortejadores.<br />

También precisaban los circuitos cerebrales para valorar estas<br />

exhibiciones del cortejo. Necesitaban confiar en la moralidad, ad-<br />

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