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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QUÉ AMAMOS<br />

Los hombres son «solucionadores» de problemas 43 . Y muchas de<br />

las habilidades especiales de los hombres se generan en el seno ma­<br />

terno mediante altos niveles de testosterona. Quizas la evolución<br />

de esta maquinaria biológica en los hombres tenga la finalidad, al<br />

menos en parte, de atraer, ayudar y salvar a las mujeres.<br />

Los hombres también son más decididos que las mujeres cuan­<br />

do se enamoran. Sólo el 40 por ciento de las jóvenes de mi estudio<br />

estuvieron de acuerdo con la afirmación «Tener una buena rela­<br />

ción con es más importante que tener una buena relación<br />

con mi familia», mientras que un rotundo 60 por ciento de losjóve-<br />

nes de sexo masculino dijeron que la relación con su pareja era lo<br />

primero. <strong>Por</strong> otra parte, aunque la mayoría de la gente cree que son<br />

las mujeres las que esperan al lado del teléfono, las que cambian<br />

sus horarios y las que deambulan por la oficina o el gimnasio para<br />

estar disponibles para su amado, mi cuestionario demostró que los<br />

hombres estadounidenses reorganizan sus actividades con más fre­<br />

cuencia que las mujeres.<br />

Esta disponibilidad de los hombres está lejos de ser algo nuevo.<br />

Incluso Dante, el gran poeta del renacimiento florentino, se pasea­<br />

ba durante horas por un puente sobre el río Arno con la esperanza<br />

de hablar con su amada Beatriz.<br />

Esta predilección masculina puede deberse al hecho de que los<br />

hombres tienen muchas menos conexiones con sus familias y ami­<br />

gos que las mujeres. Pero probablemente contribuyan profundas<br />

fuerzas evolutivas. Las mujeres custodian el huevo, un bien muy va­<br />

lioso. Y las mujeres pasan mucho más tiempo criando a los bebés y<br />

a los niños pequeños, un trabajo vital. Durante millones de años los<br />

hombres han necesitado estar a disposición de sus potenciales pa­<br />

rejas de apareamiento, incluso arriesgar sus vidas para salvar a estos<br />

preciosos vehículos reproductores.<br />

Los hombres todavía están obligados a hacer un mayor «esfuer­<br />

zo de emparejamiento» a fin de ganar en el juego del cortejo. De<br />

hecho, los esfuerzos de los hombres en este sentido fueron clara­<br />

mente visibles en sus respuestas a varias cuestiones de mi estudio.<br />

<strong>Por</strong> ejemplo, a los hombres les preocupaba decir algo inconvenien­<br />

te durante una «cita». No estaban muy confiados en cuanto a elegir<br />

bien las palabras. Esto es comprensible. <strong>Por</strong> lo general, las mujeres<br />

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