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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

de identidad que nosotros mismos 70 . Buscamos parejas con una ca­<br />

pacidad de afrontar la ansiedad compatible con la nuestra. Y los<br />

psicólogos Cindy Hazan y Philip Shaver 71 se basan en las teorías de<br />

John Bowlby 72 y Mary Ainsworth 7 3 , al proponer que nos enamora­<br />

mos y establecemos unas relaciones de apego que reflejan el tipo<br />

de relación que en la infancia establecimos con nuestra madre, ya<br />

fuera «de seguridad», «ansiosa-ambivalente» o de evitación.<br />

Elliot Aronson 7 4 estaría de acuerdo con el sentir del poeta Theo¬<br />

dore Roethke de que «el amor engendra amor» 75 . Mantiene que<br />

algunas personas eligen a quien ellas creen que les aman; esta creen­<br />

cia genera una cascada de experiencias placenteras que conducen<br />

al altar. La Beatriz y el Benedicto de Shakespeare son buenos ejem­<br />

plos de ello; ambos se enamoran uno del otro al enterarse del ar­<br />

dor romántico que le profesa la otra persona. Theodore Reik creía<br />

que hombres y mujeres eligen parejas que satisfagan una necesi­<br />

dad importante en ellos, incluyendo las cualidades de las que care­<br />

cen. En palabras de Reik, «Dime a quien amas y te diré quién eres y,<br />

sobre todo, quién quieres ser» 76 .<br />

Es indudable que hay algo de cierto en todas estas ideas. Pero to­<br />

das ellas se derivan de un planteamiento fundamental: cada uno<br />

de nosotros tenemos una personalidad única, basada en nuestras<br />

experiencias infantiles y nuestra biología particular. Yesta estructu­<br />

ra psíquica, en gran medida inconsciente, nos guía a la hora de<br />

enamorarnos de una persona y no de otra.<br />

Los «mapas del amor» individuales probablemente empiezan a<br />

desarrollarse en la infancia, mientras nos adaptamos a las innu­<br />

merables fuerzas medioambientales que influyen en nuestros sen­<br />

timientos e ideas. Como sabiamente advertía Maurice Sendak, la in­<br />

fancia es «un asunto realmente serio». Luego, cuando empezamos a<br />

ir al colegio y hacemos nuevos amigos, empezamos a vivir los pri­<br />

meros encaprichamientos que más adelante moldearán nuestros<br />

gustos y nuestras aversiones. Ya medida que vamos experimentan­<br />

do relaciones algo más duraderas en la adolescencia, continuamos<br />

ampliando este mapa psicológico personal. Más adelante, según<br />

vamos sorteando los avatares de la vida y experimentando los pri­<br />

meros desastres amorosos, perfilamos y enriquecemos esta planti­<br />

lla mental<br />

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