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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QOÍ AMAMOS<br />

más elegantes del mundo, empieza a «andar sin parar de un lado<br />

para otro» cuando la cortejan 12 . Y el naturalista George Schaller<br />

describe a la reina de la selva diciendo: «Una leona en pleno celo<br />

está inquieta, cambia de postura a menudo y frota sinuosamente su<br />

cuerpo contra el del macho» 13 .<br />

PÉRDIDA DE APETITO<br />

Muchos animales pierden el apetito durante el cortejo, otra ca­<br />

racterística más del amor romántico de los humanos. <strong>Por</strong> ejemplo,<br />

cuando un elefante en pleno celo encuentra a una hembra en el<br />

punto álgido de su ciclo estral, prescinde casi por completo de la<br />

comida; se concentra únicamente en la cópula y en que otros ma­<br />

chos no se acerquen a su trofeo 14 . De hecho, cuando un elefante<br />

macho se aparea, se queda tan delgado y cansado que prácticamen­<br />

te finaliza su celo. Entonces debe volver con su manada de solteros,<br />

donde se recuperará comiendo y descansando durante varios meses.<br />

El elefante marino septentrional pierde casi la mitad de su peso.<br />

Cuando se acerca su periodo de celo, que dura tres meses, los ma­<br />

chos aparecen por la costa de California reclamando cada uno su<br />

parte de playa. Luchan enconadamente por conseguir su objetivo<br />

e incluso a veces las olas llegan a la orilla con manchas de sangre.<br />

¿A <strong>qué</strong> se debe tanto revuelo? A que las hembras llegarán pronto<br />

para dar a luz a sus crías y al poco volverán a entrar en celo. Los ma­<br />

chos que consigan las mejores parcelas de playa tendrán acceso se­<br />

xual a los harenes más numerosos. <strong>Por</strong> eso los machos no están dis­<br />

puestos a dejar su territorio desprotegido ni siquiera durante una<br />

hora. Aspectos básicos como la comida o el sueño sencillamente<br />

pierden interés.<br />

Los orangutanes también pierden sus hábitos alimenticios. Es­<br />

tos desgarbados parientes nuestros, de pelaje anaranjado, viven en<br />

lo alto de las ramas de los árboles de las selvas de Borneo y de Su­<br />

matra, a unos dieciocho metros de altura. Cuando el macho desa­<br />

rrolla las enormes bolsas de las mejillas que anuncian su madurez,<br />

comienza a marcar y a defender un extenso territorio de árboles<br />

frutales. Varias hembras establecen sus hogares dentro de este te-<br />

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