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Por qué amamos – Helen Fisher

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POR QUÉ AMAMOS<br />

ses y otros muchos pueblos de la historia se casaban generalmente<br />

por obligación, por conseguir dinero o alianzas y no por amor. De<br />

hecho, en gran parte de Asia y algunos lugares de Africa, el amor<br />

romántico era objeto de temor. Esta fuerza mercurial podía condu­<br />

cir al suicidio o al homicidio; o, aún peor, podía desbaratar la deli­<br />

cada red de las relaciones sociales.<br />

Con el crecimiento del comercio y de las ciudades y más tarde<br />

con la Revolución Industrial, cada vez más europeos y norteameri­<br />

canos fueron abandonando la vida agrícola. Desvinculados de las<br />

redes locales primigenias del parentesco consanguíneo, cada vez<br />

eran más y más los que vivían por su cuenta 1 1 . Yen el siglo xix, mu­<br />

chos hombres y mujeres empezaron a casarse por amor, siempre<br />

que sus padres se mostraran de acuerdo con el enlace 12 . «El infla­<br />

mado dardo de Cupido», como llamaba Shakespeare al amor ro­<br />

mántico, había perforado el corazón de Occidente.<br />

La incorporación constante de la mujer al mundo laboral duran­<br />

te el siglo XX y estos comienzos del xxi ha extendido por todas partes<br />

el deseo de casarse por amor. El aumento de los puestos de trabajo<br />

administrativos, el florecimiento de las profesiones relacionadas con<br />

el mundo del derecho, el crecimiento de los sectores de la atención<br />

sanitaria, el auge de la economía de servicios globales, la aparición de<br />

las organizaciones sin ánimo de lucro y el boom de la era de las co­<br />

municaciones han atraído al mercado de trabajo 13 a las mujeres,<br />

que, a consecuencia de ello, están recuperando gradualmente su<br />

poder económico, salud y educación en casi todo el mundo 1 4 . Y a<br />

medida que se van haciendo más autónomas económicamente, es­<br />

tas mujeres quieren vivir con parejas a las que aman.<br />

«Sí, quiero». En un estudio realizado en Estados Unidos en 1991,<br />

el 86 por ciento de los hombres y el 91 por ciento de las mujeres<br />

manifestaron que no pronunciarían estas palabras ante alguien a<br />

quien no amaran, incluso aunque dicha persona tuviera todas las<br />

cualidades que buscaban en una pareja 15 . Los chinos de Hong Kong<br />

también comparten esta determinación de casarse por amor. En<br />

un estudio realizado en la década de 1990, sólo el 5,8 por ciento<br />

afirmaron que se casarían con alguien de quien no estuvieran ena­<br />

morados 16 . Y lo que resulta aún más sorprendente, en la actuali­<br />

dad, aproximadamente un 50 por ciento de los hombres y muje-<br />

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