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Por qué amamos – Helen Fisher

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HELEN FISHER<br />

para encontrar los cadáveres medio consumidos de algún antílope<br />

o algún ñu. Es posible, incluso, que los más valientes lanzaran palos<br />

y piedras a los leones mientras comían para quitarles su comida. Al­<br />

gunos debieron de adentrarse en las pantanosas aguas procurando<br />

mantenerse lejos de los hipopótamos para cazar alguna tortuga o<br />

arrinconar a una gacela que se acercara a beber.<br />

Es muy poco lo que sabemos de estos parientes. Sus huesos ni si­<br />

quiera nos dicen si caminaban sobre dos pies o a cuatro patas. Pero<br />

«Toumai», como los habitantes locales llaman al cráneo de Chad,<br />

formó parte de nuestro linaje humano. Ciertamente, su cerebro no<br />

era más grande que el de un chimpancé. Pero tenía una cara más<br />

plana, una mandíbula más humana y unos dientes también más<br />

humanos. Y él y sus familiares sin duda se cortejaban, copulaban y<br />

se reproducían.<br />

Sus hijos y los hijos de sus hijos también se reprodujeron, pues<br />

hace tres millones y medio de años numerosos homínidos vagaban<br />

ya por los claros de la selva y los bosques y sabanas que se extendían<br />

por el este de Africa, Los antropólogos han encontrado cientos de<br />

fósiles de sus huesos y dientes. Esta raza había cambiado. Sus pies,<br />

piernas, caderas y cráneos demuestran que estos hombres y muje­<br />

res caminaban erectos sobre dos pies.<br />

La zancada humana me parece admirable. Cuando inclinamos<br />

nuestro cuello y nuestra espina dorsal por delante de la cadera, ex­<br />

tendemos la pierna, doblamos la rodilla, tocamos el suelo con el ta­<br />

lón y luego dejamos que el pie vaya apoyándose en la parte delante­<br />

ra de la planta y se impulse con el dedo gordo, nos desplazamos<br />

hacia delante prácticamente sin esfuerzo.<br />

Esta sencilla innovación cambiaría gran parte de la vida sobre la<br />

Tierra. Al caminar, nuestros antepasados ya podían llevar piedras<br />

para lanzárselas a los leopardos o los leones que les acechaban en<br />

la oscuridad. Al caminar, podían llevar palos con los que escarbar<br />

el suelo en busca de raíces y tubérculos. Al caminar, podían arrojar<br />

piedras a los animales pequeños que descansaban entre la hierba.<br />

El bipedismo también dejó libres las manos para que pudieran ha­<br />

cer gestos, y la boca para emitir palabras. Al empezar a caminar, re­<br />

coger y transportar, nuestros antepasados iniciaron su imprevisible<br />

andadura hacia la modernidad.<br />

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