Untitled - Editores Alambique

Luego, sin esperar respuesta, me tomó de las manos,
puso algo pequeño y frío en ellas, y agregó unas palabras
enredadas en su extraño acento:
—Tengo más si acepta ayudarme.
Después se dio media vuelta y se fue.
—Mañana a la misma hora —creí oír mientras abría la
puerta, pero al darme vuelta no había nadie.
“¿Estará loco?... ¿Será inofensivo?... ¡Vaya!”, pensé
al entrar a mi casa. Al abrir la mano descubrí un mordisco
verde de piedra. “¡Vaya, vaya, extraño pero interesante!”,
me dije, mientras bajaba la caja de galletas vacía donde
guardaba las llaves y en donde ponía ahora la esmeralda.
Las aventuras que a continuación presento fueron
escogidas entre algunas de las que Liu Yuan y su tripulación
decidieron divulgar. Quienes conformaban la marinería de
Yuan eran ante todo sus amigos: Lendrax una barca velera
hecha de un solo diamante negro que podía cambiar de
forma a voluntad; Menq-Aurí, un catalejo de oro que había
sido hecho de la cristalización de los rayos solares del
desierto, podía ver hacia cualquier lugar y hacia cualquier
tiempo; finalmente estaba Galil, un gusano cornudo que
acompañaba a Yuan desde la infancia, haciéndole los
trajes con sedas multicolores, bordados con hilos de oro,
lapislázuli, luna, rubíes, atardeceres, amatistas, esmeraldas,
así como con los trazos del eco que queda sobre la estela,
o bien con los del reflejo de las estrellas.
Para aquellos marinos su razón de ser era estar en la
andanza de la vida, en tanto que la lealtad de cada uno
para consigo mismo y, por ende, para con el otro, hacía un
festejo el verse cada día pues el otro es uno mismo en su
diferencia.
Sólo el día antes de su despedida, nueve meses después
de conocerlo, Liu Yuan me dio las razones por las cuales
me había escogido para que yo le copiara sus aventuras.
La primera era que la escritura resultaba un problema para
Yuan porque conocía muchísimas y las mezclaba por igual.
La segunda razón estaba relacionada con mi época de
10