Untitled - Editores Alambique

en medio del hielo. La palmada de Gorgala, fuerte pero
delicada, me saca del trance. Hemos caminado mucho
y casi llegamos abajo. Un túnel, cuya altura se pierde,
se abre ante nosotros. De no haber sido por lo estrecho
del mismo, los emisarios pájaro habrían volado. En ese
momento el medallón de Mainar-Rotarú brilló en los tonos
del arco iris. La señal era clara: debíamos continuar. La
pluma que los emisarios llevaban a la altura del entrecejo
brilló con mayor intensidad y el caminar se hizo lento. Era
como si estuviéramos suspendidos y, aunque no costaba
mayormente, dar un paso tardaba el doble, si no más.
Arriba, la imposible visión de una fugaz estrella azul brilló
con una intensidad tal que nos iluminó hasta los intestinos.
Al terminar de superar el estrecho túnel Yuan y los
emisarios se toparon con un estremecedor río de hielo azul.
Oleaje congelado, me lo imagino. Furia que corrió para sí.
El camino bordeaba el hielerío como si fuera un tajo hecho
por algún demente cósmico.
—El paraje —reanudó el marino su relato— al tiempo
que nos congeló las palabras hizo que los cuatro nos
detuviéramos en seco. Galax y Gorgala se abrazaron fuerte
y largamente. Después el guerrero, cosa única, le dio el
paso a Gorgala.
—Ellos pueden ver —me susurró Mainar-Rotarú.
—¿Ver qué? —le contesté suavecito.
—Las cosas posibles que pueden pasarles y las cosas
posibles que ellos pueden hacer que pasen... Pero, no les
importa.
—¿O sea que ven el futuro?
—El futuro no existe, pero entiendo a qué te refi eres. Y
la respuesta es que digamos que sí. Es tu manera de verlo o,
mejor dicho, de no verlo. Es apreciarlo de un solo lado, pero
sí, digamos que sí; sólo que no les importa.
—¿Cómo que no les importa? —pensé como si fuera el
propio Yuan.
—Pues no —dijo Mainar-Rotarú a Yuan, y yo sentí que
también a mí—. A ninguno les importa. A Gorgala porque ve
el futuro como ve el pasado. O, mejor dicho, ve los futuros
posibles como ve los pasados imaginables. Ella es una con
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