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con sus flores de sangre, sus pétalos de piel. La casa<br />
pues, donde se aprende a nombrar el mundo y partimos<br />
hacia él, de vuelta a ningún sitio. “La casa paterna”, tres<br />
palitos para hacer una hoguera; el nombre de los padres, el<br />
propio y un guijarro como única heredad para conquistar<br />
el mundo, es decir, el corazón.”<br />
—El despertar que nos recibió —continuó Yuan,<br />
sacándome de mis reflexiones—, se tornó más bien amable.<br />
La tormenta había amainado e incluso, aunque por un soplo,<br />
unas pinceladas de luz hicieron de cielo abierto.<br />
Los hombres y mujeres pájaro se estiraron con lentitud<br />
hasta fl otar. Yo no pude menos que quedarme inmóvil ante<br />
el espectáculo de ver cómo aquellas criaturas desplegaban<br />
las alas al unísono, creando un aspa de cinco colores.<br />
El buen ánimo y la necesidad de continuar con nuestro<br />
objetivo de salvaguardar los huevos de arco iris hizo que<br />
pronto nos pusiéramos en marcha, guiados por Galax,<br />
segundos después de que Mainar-Rotarú indicara la dirección<br />
a seguir, una vez consultado el mapa de su medallón. Como<br />
el clima lo permitía, y para ellos era una posibilidad de<br />
recuperar energía, los emisarios formaron el rombo con<br />
el que volamos hacia el sur: Galax al frente, Gorgala a su<br />
izquierda, Dangas a su derecha, Barú en la retaguardia y<br />
Mainar-Rotarú y yo, en el centro, colgando de sus brazos.<br />
Una extraña calma los empujó en pleno vuelo. Abajo,<br />
las laderas de las montañas parecían hojuelas de hielo<br />
cubiertas por miel de claridad. El rombo multicolor cruzó<br />
por entre nubes escarchadas y renovados avisos de<br />
tormenta.<br />
—Sin embargo —continuó Yuan—, como a medio día de<br />
viaje, ráfagas en remolino hicieron imposible el vuelo, en<br />
tanto aparecieron, a manera de antesala, tres gigantescas<br />
terrazas, resguardadas por dos irregulares y descomunales<br />
hongos de hielo.<br />
Galax hizo una señal y bajamos. Era claro que sólo<br />
podríamos avanzar hacia nuestro objetivo si caminábamos<br />
hacia aquellas terrazas. La primera de ellas estaba cubierta<br />
con una capa de hielo que parecía ser la piel de un dragón<br />
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