Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
consigo mismo.<br />
Dicho esto hizo un triángulo con las tres ramas, las cuales<br />
alzaron llamas y prosiguió:<br />
—Descansa, pronto subiremos a la montaña.<br />
El discípulo se ovilló entre la arena pero, cuando<br />
comenzaba a dormirse, fue sacudido por el viejo, quien<br />
susurró:<br />
—Es hora de conocer el origen del tigre.<br />
Cansado, el joven lo siguió en la difi cultosa pendiente<br />
hacia la montaña turquesa. Horas después, el maestro se<br />
detuvo frente a una frondosa y cristalina planta de grandes<br />
hojas. Al inclinarse para saludarla pasó su mano frente<br />
a una de las hojas sin tocarla. Al fi nalizar dijo, sin mirar al<br />
aprendiz:<br />
—¡Aquí! ¡Aquí!<br />
Luego se devolvió unos pasos y se detuvo frente a otra<br />
hoja que yacía inclinada a fl or de tierra, “Saludando su<br />
presencia y la nuestra”, pensó el maestro para sí. Mirando<br />
al discípulo dijo:<br />
—¡Aquí! ¡Aquí!<br />
Un poderoso relámpago partió la mañana como una<br />
fruta. De inmediato el viejo preguntó a su alumno:<br />
—¿Cuál es el origen del tigre? ¿Cuál es el camino?<br />
El discípulo no supo contestar. El maestro sonrió, regresó<br />
sobre sus pasos al desierto y se perdió en él para siempre.<br />
El discípulo se quedó frente a la planta de hojas cristalinas<br />
tratando de encontrar la respuesta hasta que fue, fi nalmente,<br />
vencido por los días. Se dice que, mientras algunos viajeros<br />
que visitan la montaña turquesa, encuentran un hombre<br />
frente a una planta de hojas de cristal que permanecen<br />
siempre verdes, otros ven un nudo de relámpagos frente a<br />
un descomunal rugido que, en forma casi de garra, hubiera<br />
echado las raíces de su madriguera en aquel sitio.<br />
56