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dejándome aturdida y enceguecida, antes que una voz<br />
brotara de mí, junto a un sentimiento de total abatimiento:<br />
—¿Para qué tanto batallar por ser una misma si nada cambia<br />
verdaderamente? ¿Por qué mi tribu, la de mi pecho y la de la<br />
isla de Capel-Bolta, tiene que huir de su hogar y ni siquiera ser<br />
fi eles a sí mismos los ha protegido? ¿Y que he hecho yo, Mainar-<br />
Rotarú, quien rige el clan del amor que guía, si hoy estamos<br />
perdidos, sino algo peor?<br />
“Yo únicamente veía al poder que se impone por sobre<br />
la libertad de los otros. Sentía que la vida se expresaba<br />
solamente a través del abuso, del engaño, lo injusto y lo<br />
excesivo. El horror del dominio de la desigualdad parecía<br />
ser lo único que habitaba el mundo. De pronto, el tronco<br />
seco de la desolación apareció contra el fondo del espejo.<br />
Allí me vi atada, como si siempre lo hubiera estado. Poco<br />
a poco, una hoguera de hollín comenzó a rodearme y a<br />
crecer en cuanto se me acercaba. La voz del abatimiento<br />
continuaba quemando mis entrañas, así como las lenguas<br />
de fuego marrón amenazaban con desollarme. Palabras de<br />
confusión me laceraban más que las llamas que se alzaban<br />
a mi alrededor:<br />
—¡Qué hay sino el amor por el poder. Qué hay sino el fuerte,<br />
el que sobrevive! ¡A dónde lleva el poder del amor sino a ser<br />
pisoteada! ¡Sólo hay poder, amor por el poder, amor por el<br />
poder: sólo el fuerte sobrevive!<br />
“Cuando el humo golpeaba mi cara hasta hacerla<br />
sangrar, y el fuego me escupía el cuerpo y no había sino el<br />
horror de morir quemada, a la par de aceptar que el amor<br />
no era nada, o peor aún, que era una sombra del poder que<br />
tarde o temprano corrompe, un impulso ancestral, como si<br />
viniera desde la misma sangre, y fuera allí donde habitara en<br />
realidad mi tribu, mi corazón y mi amor, hizo que me tirara<br />
hacia delante rompiendo el tronco donde me encontraba<br />
atada. Contra las llamas me lancé gritando con todas mis<br />
fuerzas: ¡El amor no es poder! ¡El amor no es poder!<br />
“Al caer sobre la hoguera marrón, me desplomé sobre el<br />
espejo, traspasándolo, para luego levantarme, cubierta de<br />
ceniza, en medio del exterior de la montaña, que amenazaba<br />
con una no menos mortal hoguera de fuego congelado. Un<br />
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