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Untitled - Editores Alambique

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EL MENSAJERO<br />

Liu Yuan comenzó a contar esta historia como quien pela<br />

una naranja, o se desenvuelve, muy suavemente, desde las<br />

entrañas. Yo no lo sabía, pero estaba a punto de conocer<br />

uno sus relatos más maravillosos y peligrosos.<br />

—Ese día —gorgoteó el viejo marino, con gran calma, la<br />

aventura que habría de transformar mi vida para siempre—<br />

el cielo era una tajada de azul que los picos de plata de la<br />

mañana devoraban. Yo veía a Galil, el gusano cornudo,<br />

tejiendo un traje de seda púrpura cruzado por una serpiente<br />

que se enrollaba, temblorosa, hacia el lado del corazón,<br />

donde la cabeza se convertía en una punta de fl echa, bordada<br />

con hilos de sol. Lendrax se pulía a sí misma convirtiendo<br />

cada partícula extraña en pequeños y perfectos diamantes<br />

que se incrustaban en la propia embarcación. Menq-Aurí se<br />

adormecía en tanto apuntaba hacia el sol, dejando escapar<br />

conmovedoras melodías que envolvían los contornos.<br />

De pronto, algo resplandeció en dirección poniente,<br />

seguido por un delicado pero puntudo graznido que vino<br />

hasta cubierta para desaparecer, no sin antes formar un<br />

parpadeante y efímero arco iris. Lendrax y Menq-Aurí se<br />

inclinaron hacia el origen del graznido. Instantes después,<br />

una pequeña y delicada ave de escarcha dio tres vueltas<br />

alrededor de Lendrax antes de descender sobre un pequeño<br />

mástil que la barca de ébano moldeó.<br />

Las alas de la criatura eran tan azules como una tajada<br />

de cielo a mediodía; las patas rojas, como la más espesa de<br />

las sangres; la cabeza dorada como una gota de miel de sol;<br />

fi nalmente, en el pecho le palpitaba una esmeralda. El resto<br />

del ave era del color de la lluvia. Imponente, se veía irrigada<br />

por fi nas venas, como la arena dorada por el atardecer, por<br />

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