Untitled - Editores Alambique

VIAJE AL FRÍO
“En una mañana más bien tranquila, los emisarios, con sus
huevos de luz, partieron de Capel-Bolta para siempre.
Lendrax relucía, muestra inequívoca de su alegría por
volver a navegar”, debió haber dicho Yuan al continuar el
relato de su aventura si no se hubiera quedado dormido.
La verdad a mí no me cayó nada mal aquel descanso. Casi
a las doce de la noche despertamos. Estaba un poco
preocupado pues cada vez me gustaba más dormir en el
suelo, en el mejor estilo de Liu Yuan.
—Cargamos agua, frutas pequeñas y semillas —recomenzó
su aventura el marino, tras estirar el hueserío— y partimos
apenas el primer rayo de sol besara la piel del mar. Íbamos
rumbo al sur, hacia el centro del hielo.
En el principio era el silencio, hasta que Barú decidió
salir a volar y saludar a unos delfi nes que nos acompañaron
durante un buen trecho. Al regresar trajo consigo una
sonrisa que nos cubrió, aliviando a los demás emisarios del
pesar de haber abandonado Capel-Bolta, su hogar. A partir
de entonces la alegría fue nuestra brújula en la ruta hacia
el frío. Durante la mañana hacían ejercicios, al medio día
comían y descansaban, para terminar meditando durante el
atardecer. Un día Dangas tensó su arco y lanzó una fl echa
hacia el espacio.
—Es para saber cuánto nos falta —dijo con una sonrisa.
Dos días después la fl echa regresó a su dueña. Dangas la
observó, lamió, olió, para fi nalmente añadir:
—Faltan nueve días y no hay tormenta cerca. Eso sí, nos
espera el frío más fi loso.
—Es sufi ciente para terminar de ponernos en forma
—comentó Galax, al hacer toda suerte de ejercicios con
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