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etomar vida para resguardar la del gusano, hizo que mi<br />
corazón tuviera un chispazo en medio de la nada. Agarrado<br />
a aquel susurro mi cuerpo se negó a morir y pude recobrar,<br />
muy lentamente, el sentido.<br />
Al levantarme, mi primer impulso fue ir hacia el cadáver<br />
de Mainar-Rotarú, pero me detuve. Antes tenía que terminar<br />
aquello para lo cual los emisarios habían confi ado en mí<br />
y, tambaleante, entré en Zac-Noró y deposité los huevos<br />
de arco iris de Dangas, Barú, Galax y Mainar-Rotarú en las<br />
cavidades, según su color, rojo, verde, azul y transparente.<br />
Esperé unos segundos y no pasó nada. Me sentía perdido.<br />
El arco iris no se formaba.<br />
—¡Si Mainar-Rotarú estuviera aquí! —dije en voz alta.<br />
Ante esto el lugar vibró con suavidad, y entendí de golpe<br />
que ella y los demás estaban allí. Palpitaban en los huevos de<br />
arco iris de sus clanes y en mi corazón. Recordé que Mainar-<br />
Rotarú explicó que el huevo dorado del clan de la magia<br />
se había abierto para evitar que el miedo se propagara sin<br />
ningún límite. Y que, en consecuencia, la magia quedaba<br />
en cualquier lugar que se necesitara. De pronto, las últimas<br />
palabras de la emisaria del clan del amor que guía volvieron<br />
a mí:<br />
“Tú eres aún uno contigo mismo, por lo que representas<br />
nuestra mejor posibilidad... nuestra esperanza.”<br />
Un estremecimiento me impulsó a agarrar a Menq-<br />
Aurí, apretujándolo contra el pecho. Si yo era uno conmigo<br />
mismo, yo era los que vivían en mi corazón. Y de inmediato<br />
puse al catalejo de oro en el sitio donde debía ir el huevo de<br />
luz del clan de la magia y dije:<br />
—¡Inténtate Vida! De nuevo, como siempre, desde<br />
cualquier condición, tiempo o lugar. No importa el resultado.<br />
¡Inténtate Vida! ¡Inténtate! ¡Déjate fl uir! Que mis amigos y<br />
yo estamos aquí.<br />
Danzaron en mi mente y sangre los recuerdos de<br />
Dangas, Barú, Gorgala, Galax, Mainar-Rotarú, Lendrax,<br />
Menq-Aurí, Galil y yo mismo, pues a estas alturas podía<br />
considerarme amigo mío sin irrespeto ni abuso. Así me lo<br />
había demostrado y era de seres dignos aceptar lo que la<br />
vida junta, si su ofrecimiento es de igual a igual.<br />
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