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—¡Ah! —exclamó Luego, el marino dibujó en el aire unas figuras anaranjadas y verdes que quedaron retorciéndose por unos instantes. —¡Ah! —indiqué e hice unos trazos—. ¿Así?: Aelez y Ardegaj. Liu Yuan aprobó con la cabeza. Un fulgor iluminó mis notas. 30
LA CUEVA BLANCA —Detrás de dos lomas negras más brillantes que las otras —continuó Yuan, rascándose el mentón— quedaba La Cueva Blanca. Un arco de piedra, claro y resplandeciente, del tamaño de un árbol, antecedía un pequeño corredor que daba a la entrada de la caverna. Una piedra roja, con una extraña inscripción, tapaba el acceso. El marino hizo un trazo en el aire donde brilló en tonos bermellón la palabra “Ótile”, que copié de inmediato. —Conforme me indicaran los hombres y mujeres de ébano —continuó—, crucé los brazos frente al pecho y realicé una breve reverencia, tanto a la derecha como a la izquierda de Ótile. De inmediato la piedra roja se abrió, dando paso a una gruta blanca y brillante. Al atravesar el paso, un canto retumbó: La soledad es estar en compañía de uno mismo sin darse cuenta. Una vez que bajé por unos peldaños de cristal escarlata me adentré en un blanco pasadizo donde corría un riachuelo verde. Una hilera de piedras del mismo tono que los peldaños permitía el paso. Conforme las pisaba, cada piedra cantaba su nombre. Catorce fueron las piedras superadas. Catorce los misteriosos nombres que se repetían una y otra vez... Sol... Dhoods... Sun... Ilios... y que, sumados a la acústica del paso... Naytheet... Ahkin... Saule... Tonatiuh... Qurax... producían un canto estremecedor y maravilloso al mismo instante... Gunes... Grian... Surje... Ir... Sanse. El pasadizo ascendía dando paso a otra escalera de cristal semejante a la que usara para bajar. Por allí subían las aguas del riachuelo verde hasta dar con una pequeña planicie 31
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Page 69 and 70: EL MENSAJERO Liu Yuan comenzó a co
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Los seguí despacio hacia el espeso
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—¿Cómo? —respondí. —¡Sí!
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menor estaba recostada a su espada,
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actos del vínculo con su corazón,
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Por tercera ocasión Mainar-Rotarú
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a la altura de la frente, y vertió
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su espada que a mí me parecieron l
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LA SEPARACIÓN —A lo lejos —car
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ajar y pisar la blanda superfi cie,
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Y luego, sin esperar respuesta, ava
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marino, luego de secarse el sudor d
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EL ESPEJO NEGRO Al llegar a casa en
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un náufrago a la desesperación. S
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dando pequeños saltos, lo que asoc
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caracol. Conforme la emisaria desce
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Un escalofrío latigó la espalda d
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dejándome aturdida y enceguecida,
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viento por un colador. Hay pocos qu
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LA REUNIÓN Liu Yuan salió de la m
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que la criatura pertenecía al clan
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EL CLAN DE LA PLUMA ROJA Horas que
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con sus flores de sangre, sus péta
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asquerosa superfi cie, un impulso d
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“A veces el misterio de las cosas
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por el sosiego que dejan los montí
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Respondiendo a otro chasquido del p
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guerrero, burlándose él, esta vez
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sucedido, que no solo nos hizo una
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largos dedos, poderoso, intocable p
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agotamiento. Conciente de esto, el
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Luego ensayó una desaliñada sonri
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ese proceso estamos, y en todo lo m
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Mainar-Rotarú nos contó una histo
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Gran Tortuga, donde creció y creci
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CONSULTA —Liu Yuan, ¿por qué vi
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arrancar el corazón mismo de la ti
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golpe pero, confi ado en que su opo
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únicamente él podía salir vivo e
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muerte y su boca dulce: la sombra.
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LA TRIADA LAS ESFERAS DE PROTECCIÓ
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caminamos arropados por la alegría
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dorada señaló hacia las perforaci
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el impulso que la habita y fl uir e
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movían los ojos. Sentimos que un e
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EL PACTO PRIMERO Al otro día Liu Y
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—La triada se funde en una cosa d
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CONSULTA —Liu Yuan, ¿cómo sabem
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CONSULTA —Liu Yuan, ¿la confianz
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medio rubios, o también medio calv
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Piden sangre. Un extraño brillo de
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LA EMBOSCADA —‘El punto fi nal
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LA MUERTE DEL GUERRERO Mientras tom
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GALIL Yuan llegó muy temprano. Igu
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Ïndice Lendrax, Menq-Aurí, Galil
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Impreso en los talleres de Mundo Gr
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