Untitled - Editores Alambique

LA REUNIÓN
Liu Yuan salió de la montaña, una vez superado el
enfrentamiento con el espejo negro, por el lado de mayor
cercanía hacia Zac-Noró.
Los emisarios, sin embargo —aclaró Yuan un par de
semanas después, al comenzar a contar cómo lograron
reunirse—, salieron cada uno por un lugar distinto. Quizás si
la tormenta no hubiera continuado con extrema ferocidad,
hubiera sido posible que nos hubiéramos distinguido entre
la nieve.
Los hombres y mujeres pájaro solamente tenían el
punto refulgente que los guiaba en el cielo hacia el sur.
Aun a pesar de que cada paso ganado a la tormenta era
toda una hazaña, el brillo de sus corazones se intensificaba
pues cada viajero recordó la inquebrantable decisión de no
darse por vencidos hasta cumplir lo prometido.
—Voluntad, le han nombrado algunos —continuó Yuan
con firmeza—. Voluntad es lo que guió a los hombres y
mujeres pájaro en su arrastrarse por el frío.
Me imagino a los emisarios y al mismo capitán de ultramar
en medio de vientos azotadores, nubes erráticas y nieves
lacerantes que la tormenta les arrojaba como cuchillos, en
su ruta hacia las profundidades del corazón del mar del sur.
Me los figuro superando trabajosamente los latigazos del
hielo.
Veo a Yuan siendo el primero en llegar a una cavidad
creada por el aullido del viento entre una aguja de piedra
que formaba un monte triangular, cuya cúspide de granito
sobresalía de los glaciales y antecedía un valle de terreno
llano que en días calmos podía distinguirse rodeado de
laderas azules y blancas, en total desafío a la gravedad.
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