Untitled - Editores Alambique

origen de un halo de color dorado, el cual completó una
triple esfera en cuyo centro brotó una refulgente columna
compuesta por una espiral plateada y otra índigo, que al
unirse a los vértices, hizo brotar un rayo de oro que cubrió
las esferas como si fuera una llovizna. Gorgala estaba por
fuera y nada ni nadie podía salir a su encuentro, así como
tampoco podía penetrar aquella burbuja triple.
Yuan se quedó quieto. Fueron unos simples segundos
pero la tensión se hizo brutal y me inundó. Cuando ya no
pude más y enderecé mi espalda, haciendo que mis huesos
traquearan, el marino prosiguió su relato. Fue también como
si Yuan lo hubiera hecho a propósito, simples segundos, y
fue como si hubiera pasado todo el tiempo.
—Lo azul se opone a lo innoble —me explicó Yuan con
lentitud—, a lo oscuro, a lo torcido y traicionero, a lo que en
tus términos sería eso que llamas “el mal”. La esfera rosado
rubí impide el paso de lo que tiene que ver con la agresión, el
rechazo, el distanciamiento, la ausencia de solidaridad. La
protección dorada deja por fuera a lo que origina la falta de
visión, la estrechez de la mente, la rigidez; en fi n, aquello
que no sea sabiduría. Por la columna de espirales, que va
de extremo a extremo de las tres esferas, baja la energía de
la vida.
El marino hizo silencio, antes de transformar hombros,
cuello, brazos y dedos en un traqueteo. “Una vieja flauta
de huesos”, me sorprendí pensando.
—Finalmente —prosiguió Yuan—, fuera de las tres
esferas se generaba una radiante capa violeta: un fi ltro para
que lo que intentara pasar se transformara en su opuesto.
Esta triple burbuja con su cubierta violeta, nos acompañó
a Galax, a Mainar-Rotarú y a mí conforme subíamos hacia
la salida. Abajo quedó Gorgala enfrentada con las entrañas
del odio y de lo estéril.
El marino respiró con profundidad y lentitud por tres
veces. Una pequeña mariposa verde oliva, con jaspes
rojizos y alas de plata, vino de quien sabe dónde y se posó
sobre su brazo, justo cuando comenzó a llover a cántaros.
Yuan se quedó contemplando al pequeño ser: una púa
tornasolada que batía sus alas con tal velocidad que parecía
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