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pájaro rumbo a Zac-Noró: el corazón del sur del mundo.<br />
Según la formación inicial, ahora guardábamos el<br />
siguiente orden: Galax, adelante; Gorgala, a su izquierda;<br />
yo, a la derecha; y Mainar-Rotarú, atrás, cerrando el rombo.<br />
Fue tanto lo que avanzamos a pie que, en el momento en que<br />
nos sentimos a punto de desfallecer, fuimos golpeados por<br />
remolinos de escarcha, haciendo imposible sentir la fuerza<br />
de lo que crece. Ninguno tuvo respuesta, en el pecho no nos<br />
quedó nada más que cansancio y la derrota hizo su primer<br />
movimiento de larva, por primera vez desde que partiéramos.<br />
Fue cuando la vi. De pronto, de la nada apareció la imagen<br />
de una extraña y joven ave, muy parecida a Mainar-Rotarú<br />
en su color y composición, pero sin tener nada de humano.<br />
Tras sacudir tres veces sus alas, para luego bajar la cabeza a<br />
la altura del pecho, de la criatura brotó un suave canto como<br />
un efímero arco iris que nos iluminó, por dentro y por fuera,<br />
mientras escuchábamos su nombre:<br />
—Soy An... gustia, Li... bertad, Pa...z. Soy...<br />
La sensación de sentirnos invadidos por las fuerzas del<br />
polen nos sacudió, haciéndonos llorar y sudar. Cúmulos de<br />
perfectos diamantes iluminaron el suelo de aquel desierto<br />
de hielo mientras me brotó una lenta y profunda sonrisa,<br />
la cual se anidó en los demás justo cuando la visión del ave<br />
desapareció. Brillábamos, aunque ninguno sabía quién era<br />
la criatura, si bien uno de nosotros la vería más adelante,<br />
una última vez. Mientras continuamos avanzando Galax me<br />
miró de reojo.<br />
—¿Qué pasa? —le pregunté, a duras penas.<br />
—Ustedes los humanos —respondió.<br />
—¿Qué pasa con nosotros los humanos?<br />
—Que tienen esa arma poderosa y no saben que la<br />
poseen... Son raros.<br />
—¿Cuál arma, Galax?<br />
—Pues ésa... la risa.<br />
Nos detuvimos, miramos y comenzamos a reír. Aquello<br />
no logró que el camino se hiciera menos escabroso pero hizo<br />
más fácil superarlo, ni logró que el clima fuera menos salvaje<br />
pero sentimos un calorcito en el centro del pecho, ni no nos<br />
aligeró la carga ni nos sentimos menos agobiados pero<br />
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