Untitled - Editores Alambique

a la altura de la frente, y vertió sobre ella su aliento. Las
plumas se retorcieron y alargaron, arrollándose sobre sí
mismas, hasta convertirse en huevecillos, de acuerdo con
el color de los clanes. De cada uno brotó una serpiente
emplumada que revoloteó sobre sus cabezas, hasta posarse
sobre las manos, que fueron extendidas hacia delante. Con
lentitud, cada miembro de la tribu comenzó a brillar hasta
convertirse en una luz gelatinosa, haciendo posible que
pudieran doblarse sobre sí, hasta plegarse dúctilmente,
siendo entonces cubiertos por las alas extendidas de cada
serpiente emplumada.
Pronto, aquellos pequeños ovillos luminosos eran
recogidos por cada emisario, quienes los agrupaban en
torno de la hoguera multicolor.
Al estar juntos, el animal del tatuaje vivo de los
representantes de los cinco clanes volvió a rugir, graznar,
silbar, aullar y gruñir. De inmediato, la hoguera creció y se
solidifi có, dejando caer una lengüeta, del color respectivo,
sobre cada grupo. Al fundirse, cada clan se convirtió en un
huevo de luz y la hoguera se hizo un nido plateado en su
último resplandor. Una vez que el refl ejo acabó, los huevos
de luz de la tribu se solidifi caron con rapidez. Eran diamantes
transparentes cubiertos por cientos de puntas de llamas en
forma de triángulos. En su interior se podía ver con claridad
un universo girando para un lado, conteniendo, a su vez, a
otra creación más pequeña que giraba en sentido inverso,
la cual contenía a otro universo más pequeño que rotaba en
dirección contraria a ésta, y así hasta el infi nito.
Entonces, los emisarios formaron una estrella de puntas
con los brazos extendidos, antes de tensar las manos
y entornar los ojos hacia dentro. Perlas de sudor frío
comenzaron a recorrerles frentes y pómulos. Cuando la
tensión era casi insoportable, el ombligo de cada emisario
de ensanchó formando una cavidad donde los huevos de luz
quedaron segura y perfectamente anidados.
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