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la que llegó al fi nal:<br />
—Seas bienvellegado marino del tiempo, junto con tu<br />
tripulación, a la tierra de Capel-Bolta, la isla secreta de los<br />
hombres y mujeres pájaro. Gracias por venir, por responder<br />
al llamado de nuestro corazón.<br />
Entonces, y precediendo un puntudo graznido, parpadeó<br />
la imagen del pájaro de escarcha que sobre la cubierta de<br />
Lendrax dejara exhalar su canto antes de caer muerta. El<br />
canto que se clavó en el corazón mismo del mar y al cual<br />
nosotros estábamos dando respuesta. La mujer pájaro cruzó<br />
las alas sobre el pecho y se inclinó hacia delante, primero a la<br />
derecha, y luego a la izquierda. Los otros hicieron lo mismo.<br />
Yo respondí de igual manera.<br />
El frío levantó las orejas, mientras Yuan mostraba<br />
cómo era aquel saludo, en realidad el mismo que el marino<br />
había usado al presentarse la primera ocasión en que nos<br />
vimos. Ahí había una prueba más de que para Yuan todo<br />
se vive por primera vez, y última. El frío, ya tranquilo y con la<br />
lengua afuera, salió corriendo y se internó en la arboleda.<br />
—Pronto —continuó Yuan—, la mujer pájaro dijo:<br />
—Primero presentaré a quienes rigen los clanes. Éste<br />
—y señaló al primero que llegó a nuestro encuentro—, es el<br />
representante de los guerreros.<br />
El hombre pájaro dio un paso al frente, poniéndose a la<br />
derecha de la que los presentaba. Al abrir las alas desenvainó<br />
una espada azul, del mismo tono que su cuerpo, tan intenso<br />
y cristalino como el añil oscuro del cosmos, excepto en el<br />
tatuaje vivo, a la altura del corazón donde, encerrado dentro<br />
de un círculo anaranjado, la cabeza de un lobo gris levantaba<br />
las orejas.<br />
—Soy Galax, el guardián. Soy el ahora y en mí vive el<br />
camino del guerrero. Habito aquí —y Yuan tocó su columna<br />
vertebral—, y aquí —y dio tres golpecitos en la coronilla—, y<br />
mi espada está al servicio de la dignidad y la confi anza. En<br />
la batalla fi nal de cada instante no tengo nada qué perder y<br />
mucho menos qué ganar. Mi camino es de ida y de vuelta al<br />
corazón. De ahora en adelante seré la sombra de la sombra<br />
de ustedes, hasta el fi nal.<br />
Acto seguido la que los presentaba agregó:<br />
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