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GALIL, HIJO DE GALIL<br />
ZAC-NORÓ<br />
—Salimos totalmente mareados —dijo Yuan— de la montaña<br />
donde Gorgala se quedó en su enfrentamiento con La<br />
Triada. Dábamos unos cuantos pasos y nos caíamos. Galax<br />
y Mainar-Rotarú menos que yo, aunque también terminaban<br />
con sus cuerpos como hachazos en pleno suelo congelado.<br />
Galax insistió en que caminar lo más rápido posible hacia el<br />
lado sur de la montaña nos devolvería el equilibrio.<br />
Repentinamente, el sonido de una campanada, en una<br />
cristalina y alta modulación, nítida y sostenida, hizo que<br />
miráramos hacia donde había quedado Gorgala. Nadie<br />
dijo nada pero los tres supimos que volveríamos a ver a la<br />
emisaria del clan de la magia. Tal vez no en esa misma vida,<br />
pero sí algún día. Galax cayó al piso de rodillas. Por la mejilla<br />
del guerrero se desplomaron zafi ros hasta formar un charco<br />
a su alrededor. En silencio desgranamos nuestra tristeza,<br />
despidiéndonos de Gorgala. Cuando ya no quedaron más<br />
lágrimas el guerrero murmuró:<br />
—Solos somos y solos moriremos. Solos venimos y solos<br />
viviremos. Aparte de esto qué somos sino el mundo.<br />
Después se levantó y, antes de continuar la marcha,<br />
cantó:<br />
—Asisto al matadero de luz de los pasos. Invencible yo<br />
que te llevo en el corazón como la lluvia que se rinde ante<br />
las hojas secas.<br />
Luego, en calma pero con fi rmeza, continuamos. Con<br />
Galax al frente, Mainar-Rotarú a su derecha, yo a su izquierda,<br />
formando un triángulo en medio de la excedida noche del<br />
frío que nos condujo hasta una meseta tan extremadamente<br />
congelada que parecía estar hecha de espejos de hielo,<br />
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