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LA SEPARACIÓN<br />
—A lo lejos —carraspeó Liu Yuan, rascándose la barbilla—<br />
se veía el inmenso territorio del hielo: un salvaje hocico<br />
blanco, rodeado por el choque de dos océanos que al<br />
unirse, producían la jauría de chillidos del oleaje. Uno, de<br />
corriente fría, según me indicara Lendrax, era casi doce<br />
hombres pájaro más alto que el otro océano, el cual tenía<br />
dos corrientes cálidas.<br />
Al dejar atrás el rugido del encuentro de aquellos mares,<br />
comenzaron a aparecer bloques de hielo que la barca de<br />
ébano quebraba, al principio, como si se tratara de nueces.<br />
Nuestro destino estaba cerca. Los pedazos de hielo, cada vez<br />
más grandes y compactos, hacían difícil el desplazamiento<br />
de la barca, rodeándola como arañas a una abeja. Al fi n,<br />
Lendrax no pudo avanzar más, por lo que alargó su quilla<br />
hasta formar un puente por donde desembarcar.<br />
Antes de que bajáramos, ella hizo para los hombres<br />
y mujeres pájaro pares de triángulos de diamante negro<br />
con una parte de su casco, los cuales se les anudaron a las<br />
cinturas. También formó bastones del mismo material, los<br />
que se plegaron a los antebrazos de cada emisario. Sonreí<br />
y acaricié el casco de Lendrax, quien tembló. Sabíamos que<br />
tal vez no volveríamos a navegar juntos. Galil terminaba de<br />
meterse en una crisálida plateada que se había tejido, pues<br />
debido a su edad aquel frío era mucho para él. No lo supe<br />
entonces pero ésta era la última vez en que lo vería. Un<br />
fugitivo resplandor fue sufi ciente despedida entre ambos.<br />
Al pisar la nieve, las botas que Lendrax me había hecho<br />
para la expedición cambiaron hasta convertirse en una<br />
especie una canasta plana de amplio tejido, con la que era<br />
posible caminar sin hundirse entre la nieve. Asimismo, los<br />
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