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elevarse y refulgir hasta convertirse en un rombo formado<br />
por seis largos dedos. Hacia arriba se juntaban los anulares.<br />
Hacia abajo los pulgares. En el medio fueron claros los<br />
índices como un puente.<br />
Entonces comprendí lo que la emisaria me había dicho<br />
en la noche del Nido de la Luna, cuando cada clan se<br />
convirtió en su propio huevo de luz, de que si el momento<br />
fi nal llegaba, era imperio de su clan y el del guerrero sacar<br />
completamente el corazón para proteger a la tribu. Por ello<br />
el pecho de Mainar-Rotarú también se ponía incandescente<br />
y un haz servía para que un pequeño chacal saliera de su<br />
tatuaje y se pusiera, gruñendo en dorado y creciendo apenas<br />
menos que el lobo, junto a Galax. Los tres formaban una<br />
primera y única línea de defensa.<br />
Los Güirgüines, ahora un hormiguero, comenzaron<br />
a atacar. El primero en responder fue el lobo quien se<br />
abalanzó sobre diez de ellos, partiéndolos de inmediato.<br />
Sin embargo, los hombres de hielo estaban fuera de sí, con<br />
los ojos inyectados de verde, y sólo era posible oír el crujir<br />
del hielo contra la espada de Galax, o bien contra los dientes<br />
y garras del lobo y del chacal. Mainar-Rotarú y yo quisimos<br />
unirnos a la batalla pero el guerrero nos gritó que era ahora<br />
o nunca, pues no tendríamos otra oportunidad de poner a<br />
salvo los huevos de arco iris.<br />
La emisaria del clan del amor que guía lo comprendió y<br />
me detuvo. Le dije que siguiera ella, que yo me quedaría<br />
a pelear. “No es posible”, me contestó, mientras me<br />
empujaba hacia la base de las pirámides. “Tú llevas la<br />
semilla de nuestra tribu. Además, si lo intentamos unidos<br />
tenemos mayor posibilidad de lograrlo”. Comprendí<br />
entonces porqué el bolso de esmeraldas vivas estaba más<br />
pesado e instintivamente lo cubrí con las palmas. Mainar-<br />
Rotarú volvió a juntar las manos frente a sus pechos, formó<br />
una pirámide con la punta, esta vez hacia abajo, y dijo:<br />
—¡Todo Somos Uno! ¡Todo Somos Uno! ¡Todo Somos<br />
Uno!<br />
De inmediato una escalera se abrió ante nosotros. Una<br />
serpiente de piedra, con una cabeza en cada extremo, se<br />
dobló nueve veces elevándose hasta la entrada de Zac-Noró.<br />
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