Untitled - Editores Alambique

sucedido, que no solo nos hizo una rajadura en el pecho, la
cual llevaríamos para siempre, sino que todavía resuena por
aquella región, como si el grito nunca se diera por vencido
en su búsqueda de Dangas.
No sé cuánto pasamos callados, de rodillas. Ni la
tormenta, que recrudeció desde que salimos del túnel, hizo
que nos moviéramos. El corazón de la vida se resquebrajó
para siempre en el lugar de la elección por la vida. Esa larga,
larguísima noche dentro de la noche del sur lloramos hasta
no sentir nada por la amiga muerta. Entonces Galax, con los
ojos inyectados de sangre, y luego de nos pidió levantarnos
uno para recibir el huevo de arco iris del clan de Dangas,
murmuró, con voz ahogada:
—¡Arriba! Es hora de continuar... Esta es nuestra
elección... Es lo que Dangas quiso... Continuar es llevarla en
el corazón... Continuar es llevarla con nosotros... Cumplir
con llevar los huevos de arco iris a la región de Zac-Noró
hará que su muerte no haya sido en vano... ¡Arriba! Ahora
menos que antes podemos fallar... Y lloremos por nosotros,
por la falta que ella nos hará hasta el fi nal de nuestros días y,
quién sabe, incluso más allá... Lloremos por nosotros, que
Dangas, la emisaria del clan de la elección de la tribu de los
hombres y mujeres pájaro, desde ahora habita el resplandor
del mundo... Y, donde quiera que alguien avive su voluntad
para elegir, como un fuego primordial, hacia la vida y hacia
la muerte, ella brillará de nuevo, como lo hace ahora desde
nuestra memoria... ¡Arriba!
Y luego, en silencio, cada uno se levantó como pudo, con
el corazón, apretujándose por dentro.
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