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Untitled - Editores Alambique

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su espada que a mí me parecieron la más exquisita de las<br />

danzas.<br />

Barú continuó por los contornos para conversar con las<br />

ballenas, los peces voladores, las manta rayas y otros seres<br />

marinos. A veces salía sólo a volar y a “recoger silencio del<br />

mar”, como él prefería decir, y lo guardaba en el saquito de<br />

esmeraldas vivas que siempre llevaba en una oreja.<br />

Por su parte Gorgala hacía surgir de sus manos puñados<br />

de polvo luminoso de los colores.<br />

—Está creando mundos —me aclaró Mainar-Rotarú.<br />

—¡Sí y no! —asintió Gorgala—. En realidad yo no los<br />

creo sino que los pesco y los observo. No puedo elegir qué<br />

mundo ver.<br />

Gorgala tiró otro puñado de polvo luminoso y agregó:<br />

—Miren a este niño de ojos rasgados que ha sido<br />

abandonado por sus enemigos en medio del hielo, junto<br />

con su madre y su hermano. Pero sobreviven, comen ratas<br />

y marmotas y se resguardan en una cueva que ellos mismos<br />

excavan entre el hielo. Mírenlo, pocos años después<br />

comienza a unifi car a los suyos y llega a regir el imperio más<br />

extenso. Parece el hijo de la furia y tiene el pelo rojo.<br />

Vean a ese otro, las arrugas que rodean la cicatriz del<br />

que fuera su ojo izquierdo muestran menos edad que la que<br />

enseña su ojo derecho. Le temen al viejo tuerto, le huyen…<br />

El estratega, le dicen y se escabullen. Lleva en el cuello una<br />

botellita en forma de cuerpo de mujer, sin brazos ni piernas,<br />

con los pechos grandes y erguidos, y con el tapón de corcho<br />

adornado con un collar encima del cual han tallado en zafi ro<br />

el rostro de una joven. La botellita contiene un polvo blanco<br />

y la última mirada del anciano de un solo ojo, al cual le temen<br />

y le huyen.<br />

Gorgala, luego, se quedó mirando otros mundos que no<br />

parecieron gustarle.<br />

—¡Cómo se matan los humanos! ¡A sí mismos y a los<br />

demás! ¡Cómo se desperdician! —comentó con desaliento,<br />

antes de sumergirse en sí misma.<br />

Al comenzar los días a ponerse muy fríos y a encogerse<br />

hasta durar apenas un par de horas, Dangas volvió a enviar<br />

una fl echa roja, la cual regresó más bien rápido, con un poco<br />

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