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LA TRIADA<br />
LAS ESFERAS DE PROTECCIÓN<br />
Yuan dejó de venir a casa por unos días. Al principio me lo<br />
imaginé en alguna playa, viendo a Lendrax, su barca velera<br />
amiga. Menq-Aurí retozaría sobre cubierta, engullendo sol.<br />
Pero al fin, casi a la medianoche de un día recargadamente<br />
lluvioso, oí sus característicos tres leves toques. Al abrir,<br />
lo primero que me impactó fue ver el traje nuevo deYuan.<br />
Lo segundo fue constatar cómo inexplicablemente el viejo<br />
marino estaba totalmente seco.<br />
El traje, uno de los más impresionantes que le hizo Galil,<br />
estaba tejido con hileras de seda negra, amarilla y blanca.<br />
A la altura del pecho tenía bordado un dragón de dos<br />
cabezas, los cuales se movían desafiantes, feroces. Uno<br />
era azul intenso, brillante, el otro blanco. Aunque a veces<br />
parecían más bien dos dragones que fusionados se volvían<br />
dorados. Yuan se inclinó ligeramente y me abrazó con<br />
fuerza. Esto siempre hacía que me sobresaltara, pues el<br />
vigor del marino parecía aumentar en razón de su delgadez.<br />
Poco después, sentados en el piso de la sala de la casa,<br />
Yuan comenzó a contar su relato como si recordara dónde<br />
habíamos quedado con exactitud, hecho que yo había<br />
olvidado. Como el marino sí parecía saberlo, no revisé<br />
lo anotado y me limité a accionar la grabadora y a seguir<br />
tomando notas. Mucho después de que Yuan se marchara<br />
para siempre, al oír lo grabado y revisar los apuntes, me<br />
percaté de que él menos que cualquiera no tenía la mínima<br />
idea de dónde habíamos quedado con respecto de la<br />
narración de su relato.<br />
—Bueno —prosiguió Yuan— es hora de continuar con la<br />
marcha de los emisarios de la tribu de los hombres y mujeres<br />
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