Untitled - Editores Alambique

Mainar-Rotarú nos contó una historia, tan importante para
ella como el sueño y la sangre, mientras afuera la noche del
hielo afi laba sus garras.
Al despertar me hallaba en mi cama y era más de media
tarde del día siguiente. Trastabillé hasta la sala, donde a
veces al capitán le gustaba dormir, pero no había rastro de
él. Decidí no hacer nada más que recoger los casetes, las
notas, que no eran muchas, por no decir ninguna, y dormir
hasta que aguantara.
Y aguanté muchísimo. A medianoche me levanté,
revisé si el marino había regresado, cosa que hizo tres días
después. Desayuné, almorcé y cené a la vez, y me dormí de
nuevo. Después siguieron las visitas de Yuan para contar
sus aventuras, hasta que las cosas acabaron y no volvió
más.
Meses después, cuando comencé por fin la revisión
de las notas y las grabaciones, descubrí que cuando los
emisarios y Yuan se encontraban en la cavidad que Galax
había ensanchado para que los que quedaban pudieran
dormir y comer, por vez final, como lo comprobarían más
adelante, mi grabadora arrolló la cinta justo donde Mainar-
Rotarú contaba una historia, “mientras afuera la noche del
hielo afi laba sus garras”.
No había anotado casi nada, y apenas recordaba
algunas cosas de la historia, demasiado generales para
intentar siquiera una reconstrucción. Supuse que aquella
parte del relato estaba perdida para siempre y decidí
omitir cualquier referencia. Todo cambiaría, sin embargo,
una tarde en que acomodaba papeles en mi oficina. De
pronto, me encontré (de hecho prácticamente me saltó
encima) con un libro que hablaba acerca de las tradiciones
de los indios Cherokees. Como algo había aprendido
con Yuan acerca de la magia de la vida y había tenido dos
visiones o sueños por esos mismos días relacionados con
indios de Norteamérica, decidí abandonar cualquier otra
tarea que no fuera leer aquel libro, lo generó una oleada
de protestas de mis compañeros de trabajo, que cada
vez me importaban menos. Al adentrarme en el libro me
152