Untitled - Editores Alambique

El marino interrumpió su relato luego de decirme que un
pájaro azul apareció de la nada y trazó, con tres giros, una
espiral sobre ellos antes de enrumbarse al sur. Con sus
manos hizo la figura del ave. Al moverlas sentí la brisa del
mar sobre mi cara.
—Media mañana después —prosiguió Yuan— llegamos
a un delta que daba paso a una región de volcanes. La
tribu entera de hombres y mujeres de ébano nos estaba
esperando. El viento mecía las cabelleras, ensortijadas
y abundantes como fi lamentos de carbón encendido, de
aquellos cuyos cuerpos eran recorridos por gotas de aguas
multicolores sobre un fondo de negritud líquida, brillante y
sedosa que los constituía.
Sólo al partir de aquella región para siempre, lo cual me
contaría Yuan mucho después, éste supo cómo la tribu de
ébano tenía una manera infalible de descubrir a aquéllos que
se acercaban a sus dominios. Primero se sacaban los ojos
sin dolor, luego vertían su aliento sobre éstos, haciendo que
se retorcieran y alargaran como serpientes negras, hasta
arrollarse sobre sí mismos y convertirse en huevecillos de
ébano. Al madurar, lo que sucedía en segundos, brotaban
unos ojos-pájaro que podían viajar a cualquier tiempo y
lugar. Y siempre al menos un par de ellos estaban dando
vueltas alrededor de la comarca.
25