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Untitled - Editores Alambique

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LA ELECCIÓN DEL REY<br />

Galax —continuó Liu Yuan con su relato—, luego de<br />

respirar poderosamente en tres ocasiones, tensó las manos<br />

y entornó los ojos hacia dentro. Perlas de sudor comenzaron<br />

a recorrerle la frente y los pómulos. Cuando la tensión era<br />

casi insoportable, el emisario arrancó la pluma corta que<br />

tenía a la altura del entrecejo: la más brillante del cuerpo y<br />

procedió a vaciar sobre ella su aliento, lo cual hizo que se<br />

retorciera y alargara, arrollándose sobre sí misma hasta<br />

convertirse en un huevecillo. Al madurar, lo que sucedió en<br />

instantes, surgió un ojo en forma de una diminuta serpiente<br />

emplumada que podía viajar a cualquier tiempo y lugar, por<br />

una sola vez en su vida, según nos explicara, en tanto que en<br />

las cuencas del emisario azul se cristalizaron unas piedras<br />

grises, dejándolo ciego de momento.<br />

—Bien mi pequeña —se dijo Galax, acariciando la<br />

serpiente emplumada entre las palmas, viéndose a sí mismo,<br />

a Mainar-Rotarú y a mí—. ¡A buscar! —Y la lanzó al espacio<br />

como un dardo rabioso.<br />

Galax cayó sobre el piso cristalizado mientras su serpiente<br />

emplumada cortaba el espacio entre el interminable vómito<br />

del hielo. Diminutos diamantes de escarcha en que se<br />

convertía el sudor caían de su rostro. A través de lo que Galax<br />

contaba, Mainar-Rotarú y yo pudimos “ver” lo que pasaba.<br />

Como una llama azul, el ojo-serpiente trazaba círculos cada<br />

vez más grandes alrededor de nosotros en una búsqueda<br />

frenética hasta que divisó un pequeño valle, en medio de<br />

una hilera de montañas en forma de colmillos que parecían<br />

vigilarnos desde el este.<br />

—¡Más allá mi pequeña! —ordenaba el guerrero—. ¡Hacia<br />

aquella mancha de hielo amarillento!<br />

Poco después, Galax describía que aquella mancha no<br />

era sino una multitud de hombrecillos y mujercillas de hielo.<br />

Los había gigantescos, de mediana estatura y pequeños,<br />

y otros parecidos a los monos araña. Caminaban con<br />

un exagerado cuidado, o quizás más bien, como diría el<br />

propio guerrero, con una torpeza cuidada. La mayoría era<br />

de contextura delgada, con los cabellos, barba y bigotillo<br />

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